Es un concepto difícil de definir en salud y los esfuerzos para concretarlo en una frase son engañosos y erróneos1. En este artículo vamos a utilizar la definición del Instituto de Medicina, que define la calidad de la salud como “el grado en que los servicios de salud para los individuos y las poblaciones aumentan la probabilidad de resultados de salud deseados y son coherentes con el conocimiento profesional actual”2.
Esta definición sugiere una distinción entre las medidas de calidad y las recomendaciones para una atención de calidad:
Estas recomendaciones deberían utilizarse como base para el desarrollo de medidas basadas en la población que permitan a los analistas evaluar y hacer un seguimiento, y, según los resultados, modificar o no el tratamiento de una población. Estos son los indicadores1...
Son elementos específicos medibles de la práctica clínica que pueden ser usados para valorar la calidad de los cuidados.
La generación de indicadores se ha desarrollado de diversas formas:
Los Pediatras de Atención Primaria hemos sido pioneros en estudios basados en la evidencia de nuestra atención clínica, y nos hemos ganado un sólido prestigio con estudios metodológicamente impecables y basados en lo publicado, que demuestran algo tan obvio como es la diferencia en los resultados cuando son pediatras los que atienden a los niños, en lugar de otros profesionales4.
No obstante, hay que dar un paso más de consenso en nuestro entorno europeo y en todos los ámbitos en los que se desarrolla nuestro quehacer diario.
Hay dos iniciativas importantes en marcha que utilizan la metodología RAND. La primera es de ámbito europeo, y tiene como objetivo desarrollar un conjunto de indicadores que sirva para elaborar un estándar de calidad de la Pediatría de Atención Primaria y sea válido como un instrumento de comparación entre los países europeos. Se trata del proyecto COSI (conjunto básico de indicadores/estándares para La Atención Primaria pediátrica europea), iniciativa de la organización europea de pediatras Academia Europea de Pediatría (EAP), de la que es miembro la Asociación Española de Pediatría (AEP) y todas las sociedades científicas pediátricas relevantes del continente. La EAP tiene como objetivo desarrollar e implementar un núcleo válido y transparente de indicadores orientados a la calidad y reproducibles para la Atención Primaria pediátrica en toda la Unión Europea. Se espera disponer de un número de indicadores que sirva como comparador de la calidad de la atención prestada en la infancia en los distintos países europeos. En este estudio, que se encuentra en fase avanzada, participa de forma destacada un grupo de pediatras españoles.
Por otro lado, la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) se ha integrado en el último año en la Confederación Europea de Pediatras de Atención Primaria (ECPCP), y a través de ella también participa en este marco europeo. La AEPAp, mediante dos de sus grupos de trabajo (el Grupo de Vías Respiratorias y el Grupo de Pediatría Basada en la Evidencia), está trabajando en el desarrollo de indicadores del asma en la infancia que se publicarán en fechas próximas. Este trabajo tiene como punto de partida la potente base de indicadores del estudio COSI. Se espera concretar en España en todos los ámbitos de la atención clínica indicadores basados en esta metodología, todo ello dentro de un proyecto muy ambicioso, que tendrá la utilidad de poner en valor la actividad de los pediatras de Atención Primaria en el trabajo diario.
Hasta ahora, la principal dificultad para evaluar la calidad de los cuidados en el ámbito de Atención Primaria ha sido la falta de datos. Por ejemplo, no se dispone, salvo estudios locales, de datos sobre valoración de la gravedad del asma, uso correcto de la técnica inhalatoria y valoración de la educación al asmático5,6. Las historias clínicas de papel y el sistema de audit tradicional estaban basados en un pequeño porcentaje de historias y deberían quedar en desuso. La historia clínica electrónica implantada en nuestro Sistema Nacional de Salud debe integrar indicadores que serán cruciales como apoyo en la evaluación. Manggione7 comenta, sobre la base de la documentación de registro médico, deficiencias en la prestación de atención indicada para los niños (la tasa de adherencia global fue del 46,5%). Estos déficits pueden dar lugar a resultados de salud adversos evitables, como el observado en dicha publicación: solo el 44% de los niños con asma que estaba usando ß2-agonistas al menos tres veces al día tenía una prescripción de un tratamiento de fondo.
Un beneficio para el profesional será el denominado benmarching (traducido como “empoderamiento”), que permite poder comparar, sobre la base de resultados de buena práctica, distintos profesionales, comunidades y países. Todos los modelos generales de mejora de la calidad se basan en los ciclos de calidad, que son un proceso ininterrumpido de ciclos de mejoras, que esencialmente consisten en: planificar-identificar el problema y la solución potencial, ejecutar la solución propuesta y medir para ver si la solución funcionó y, de nuevo, actuar-implementar la solución exitosa8 (Figura 1).
Figura 1. Mostrar/ocultar
Dos características clave de este modelo son la medición y la continuidad del proceso, para cerrar un ciclo permanente de mejora de la atención del niño.