La hipertransaminasemia o elevación de aminotransferasas como alteración analítica aislada detectada de forma casual es un hallazgo relativamente frecuente en el paciente pediátrico. Es un dato inespecífico que puede ser la primera manifestación de una hepatopatía potencialmente grave en un paciente asintomático, o deberse a procesos extrahepáticos.
El hígado interviene en numerosos procesos metabólicos, de producción, almacenaje y eliminación que afectan a hidratos de carbono, lípidos, proteínas, vitaminas, hormonas y sustancias endógenas como la bilirrubina o exógenas como fármacos, y en él tiene lugar la síntesis de factores imprescindibles como los factores de coagulación.
En la práctica clínica utilizamos numerosas determinaciones analíticas, que evalúan distintos aspectos de la funcionalidad hepática y que informan sobre:
En este artículo haremos referencia fundamentalmente a la elevación sérica de transaminasas, AST y ALT. Son enzimas que catalizan la transferencia reversible del grupo α-amino de los aminoácidos alanina y ácido aspártico al grupo α-ceto del ácido cetoglutárico. Son intracelulares, ALT se localiza en el citosol y AST en el citosol (20%) y en la mitocondria (80%); se liberan hacia la sangre en grandes cantidades cuando hay daño en la membrana de las células que la contienen.
La AST, además de en el hepatocito, se encuentra en otros tejidos, corazón, músculo esquelético, riñones, cerebro, páncreas, pulmón, eritrocitos y leucocitos, mientras que la ALT se localiza fundamentalmente en el hepatocito y en mucha menor cantidad que en otros tejidos, siendo por tanto más específica de daño hepático.
Se considera hipertransaminasemia el aumento del valor sérico de las transaminasas por encima de las cifras normales según el laboratorio de referencia. El límite superior suele estar alrededor de 40-45, aunque es superior en el primer año de la vida2.
Los valores séricos de transaminasas pueden variar en condiciones normales en función del laboratorio, de las condiciones de extracción de la muestra, de la edad, el sexo y la raza del paciente, de la realización de ejercicio previo, de la hemólisis, del daño muscular o de un traumatismo previo1; por ello, ante una alteración de los mismos siempre deberá repetirse la determinación y confirmar el dato.
La causa más importante del aumento de la ALT sérica es la enfermedad hepática, bien debida a una lisis de los hepatocitos o a una alteración transitoria de la permeabilidad de la membrana. La enfermedad hepática es también una causa frecuente del aumento de AST sérica.
Debe analizarse con precaución la relación entre niveles de la alteración y gravedad y pronóstico de la causa que la motiva, pues puede haber niveles normales o muy levemente elevados en hepatitis crónica y cirrosis. Igualmente, el descenso de cifras previamente elevadas no siempre implicará mejoría, ya que a veces un descenso rápido y brusco, acompañado de una elevación de bilirrubina y un alargamiento del tiempo de protrombina, puede objetivarse en el contexto de una necrosis hepática submasiva grave. No obstante, distintos autores establecen una aproximación diagnóstica según si el grado de la elevación es superior o inferior a diez veces los valores normales1,3.
En adolescentes estadounidenses de edades entre 12 y 19 años se objetiva aumento aislado de transaminasas en un 7,4% de la población4, siendo más frecuente en niños que en niñas.
La etiología varía en función de la muestra estudiada, su edad, las condiciones de exclusión, los medios diagnósticos utilizados y el tiempo de seguimiento5. En una serie de 259 niños de 1 a 18 años de edad en los que se objetiva un aumento de transaminasas de forma casual con una duración inferior a los seis meses y en los que se había excluido hepatitis por virus A, B y C, la causa en más del 50% de los casos era infecciosa, secundaria a la infección por virus de Epstein-Barr, citomegalovirus y toxoplasma. En el 5%, de los casos el origen estaba en la ingesta previa de fármacos y en un 43% no se identificó ninguna causa. En los 166 pacientes en los que la alteración persistió más de seis meses, se identifican como causas responsables de la misma y por orden de frecuencia: obesidad, enfermedad de Wilson, distrofia muscular, hepatitis autoinmune, alteraciones biliares (colelitiasis y quistes de colédoco), síndrome de Alagille, intolerancia hereditaria a la fructosa, glucogenosis tipo IX, enfermedad celíaca, déficit de ornitina trascarbamilasa y síndrome de Shwachman. Llama la atención a los autores el alto número de enfermedades genéticas, hasta ese momento asintomáticas, identificadas en el estudio. En un 13% de los pacientes no se pudo identificar la causa de la hipertransaminasemia antes de la realización de biopsia6.
Por tanto, hay que considerar, incluso en el paciente asintomático, que puede ser el primer dato de una enfermedad grave que es preciso identificar para instaurar el tratamiento adecuado que permita evitar el desarrollo de complicaciones y secuelas o, en su caso, realizar el consejo genético pertinente.
Así, ante una elevación aislada de las cifras de transaminasas hay que hacer un diagnóstico diferencial amplio que incluya:
Entre las entidades más frecuentemente responsables de la elevación de transaminasas hay que considerar:
Puede observarse elevación de transaminasas en procesos infecciosos transitorios, tanto sistémicos como locales, fundamentalmente en lactantes y niños pequeños y con elevaciones que no superan el doble del límite superior de los valores normales. Puede tratarse de infecciones respiratorias o gastrointestinales generalmente debidas a virus (adenovirus, virus respiratorio sincitial, parvovirus y herpesvirus). En lactantes hay que considerar la posibilidad de una infección urinaria debidas a Escherichia coli, por lo que en el estudio inicial se debe incluir un urocultivo. En niños más mayores, los agentes responsables pueden ser virus de Epstein-Barr, citomegalovirus, virus de la varicela-zóster, bacterias como Salmonella o parásitos como toxoplasma7.
Las hepatitis virales (A, B, C, D y E) actualmente son poco frecuentes en nuestro medio tras la mejora en las condiciones higiénicas; la inmunización universal contra hepatitis B y en situaciones de riesgo contra hepatitis A, y el control de la transmisión vertical y de las fuentes de transmisión parenteral. Sin embargo, deben tenerse en cuenta en niños no inmunizados, nacidos de embarazo no controlado, de los que no se conocen datos o que provienen de zonas endémicas por origen o viajes recientes. Cualquiera de las hepatitis mencionadas puede cursar de forma asintomática. En el caso de la hepatitis A, nunca puede atribuirse a esta etiología una elevación de transaminasas superior a los seis meses.
Hay que valorar la ingesta de fármacos potencialmente hepatotóxicos, algunos tan frecuentemente utilizados como la amoxicilina/ácido clavulánico o los macrólidos, pero también de otros que pueden pasar inadvertidos tales como productos de herbolario u homeopáticos, así como el uso de sustancias para aumentar el rendimiento deportivo8,9. En niños más mayores y adolescentes debe considerarse el consumo de tóxicos como alcohol o drogas (Tabla 1).
Tabla 1. Mostrar/ocultar
En adolescentes obesos y con sobrepeso se observa elevación de transaminasas con mayor frecuencia que en la población general10 en relación con una prevalencia de hígado graso en obesos que alcanza el 38%, mientras que solo es del 5% en chicos con normopeso11.
La hepatitis autoinmune es una enfermedad hepática inflamatoria progresiva que cursa con aumento de transaminasas y de inmunoglobulina IgG, autoanticuerpos positivos y afectación histológica hepática en ausencia de etiología conocida. Se divide en dos tipos: tipo I, con anticuerpos antimúsculo liso y/o antinucleares, y tipo II, con anticuerpos antimicrosomales de hígado y riñón. Ambos son más frecuentes en niñas. Un 10-15% de los pacientes puede no presentar estos anticuerpos al diagnóstico. En el momento del diagnóstico, los pacientes pueden ser asintomáticos y presentar solo alteraciones analíticas; sin embargo, es una enfermedad grave y de curso progresivo que también puede presentarse como hepatitis fulminante o cirrosis. Puede asociarse con otras enfermedades autoinmunes como tiroiditis, diabetes mellitus, anemia hemolítica, enfermedad celíaca o colitis ulcerosa. Ante su sospecha, sobre todo en niñas, aunque no exclusivamente, con aumento intenso de transaminasas y con serología negativas, debe derivarse a la paciente a un Servicio de Gastroenterología Infantil con objeto de no demorar su diagnóstico y tratamiento que se realiza con corticoides a los que pueden añadirse inmunosupresores (prednisona/azatioprina). Puede requerir incluso trasplante hepático12,13.
Es un trastorno autosómico recesivo causado por una mutación en el gen ATP7B. Se produce una alteración en el metabolismo del cobre que se acumula en distintos tejidos y órganos. Cursa con alteraciones neurológicas, psiquiátricas y del comportamiento, hepatopatía, anemia hemolítica, aparición de anillo de Kayser-Fleischer por depósito de cobre en la córnea y, más raramente, afectación renal semejante al síndrome de Fanconi, artritis e hipoparatiroidismo. La hepatopatía incluye hepatomegalia asintomática, hepatitis subaguda y crónica, cirrosis e insuficiencia hepática fulminante. El tipo de mutación se asocia con la edad de inicio, que puede ser tan precoz como los dos o tres años. En pacientes más jóvenes, es más probable que predomine la afectación hepática. Para el diagnóstico se debe medir la ceruloplasmina sérica, disminuida en el 85% de los casos, y la eliminación de cobre en orina de 24 horas. El diagnóstico de certeza lo establece la biopsia hepática, que también determina la gravedad y extensión de la afectación hepática. El tratamiento, además de restringir el cobre de la dieta, es la utilización de quelantes de cobre, penicilamina, trientina y acetato de zinc, para eliminar su exceso y evitar su depósito en los tejidos. Por este motivo, es importante diagnosticar precozmente la enfermedad14,15.
Es una enfermedad genética con herencia autosómica dominante. Se caracteriza por la imposibilidad del hígado para secretar α1 antitripsina (A1AT) a la sangre y su acúmulo en dicho órgano. La A1AT es un inhibidor de la proteasa, que protege el tejido alveolar pulmonar de la elastasa de los neutrófilos y los irritantes inhalados. Su déficit puede cursar con colestasis neonatal y lesión hepática variable hasta cirrosis, así como enfisema pulmonar más tardíamente. El alelo más frecuente del sistema inhibidor de la proteasa (Pi) es M y el fenotipo normal es PiMM. La clínica es variable dependiendo de los alelos existentes, y no siempre cursa con hepatopatía. Se debe sospechar ante niveles bajos de A1AT sérica y ausencia de un pico en las α-globulinas en la electroforesis. Se debe completar el estudio con el análisis de fenotipos (M, S y Z)14,15.
Es una enfermedad autosómica recesiva, con mutaciones puntuales en el gen HFE, que se manifiesta en la adolescencia y la edad adulta. Existe un cuadro neonatal con siderosis hepática y extrahepática que puede tener un curso fulminante. Se ve afectado el metabolismo del hierro, provocando un acúmulo excesivo de este en los órganos. Debe sospecharse ante una saturación de transferrina >45% y ferritina aumentada. Según los datos analíticos y el estudio genético puede estar indicada la realización de biopsia hepática. En hijos de afectados debe realizarse estudio genético e iniciar seguimiento si este es compatible con el diagnóstico14,15.
Se trata de una enfermedad sistémica inmunomediada provocada por ingesta de gluten en individuos genéticamente susceptibles. Se ha descrito una amplia variedad de afectaciones hepáticas incluida la elevación de transaminasas sin otros síntomas y previa al diagnóstico de la enfermedad. Esta elevación desaparece con la dieta sin gluten16.
Dada la presencia de AST, y en menor cantidad de ALT en células musculares, en situaciones en que se produce daño muscular tal como ejercicio intenso o enfermedades musculares puede observarse elevación de las mismas, particularmente AST. Esto incluye errores del metabolismo, miopatías congénitas y adquiridas. En estos casos se produce elevación de aldolasa y creatinfosfoquinasa, así como la aparición de mioglobinuria. Como se describe en la literatura, la hipertransaminasemia mantenida puede ser la forma de debut de miopatías en niños considerados asintomáticos.
Se ha descrito aumento de transaminasas tanto en hiper como en hipotiroidismo. No está claro el mecanismo de producción, podría deberse a afectación muscular en el hipotiroidismo y a un efecto directo tirotóxico. También es posible por el empleo de fármacos antitiroideos.
También se ha descrito en adultos en insuficiencia suprarrenal y en anorexia nerviosa.
La macro aspartato aminotransferasa es una macroenzima, un complejo de alto peso molecular formado por AST con otros componentes del plasma. Aparece más frecuentemente en adultos y asociada a enfermedades neoplásicas o autoinmunes, pero puede verse también en niños, en los que es más frecuentemente un proceso benigno y puede explicar hasta un tercio de casos con elevación exclusiva de AST. Como cribado diagnóstico, puede utilizarse el porcentaje de AST precipitada con polietilenglicol (%PPA) y el diagnóstico se confirma con electroforesis. También se ha asociado con enfermedad inflamatoria intestinal17.
Además de estas etiologías, hay que considerar otras causas menos frecuentes como3,6,18:
En un paciente con aumento aislado de aminotransferasas sin otra sintomatología se debe realizar una detallada anamnesis y una exploración física cuidadosa, que permita orientar el diagnóstico, solicitándose posteriormente pruebas de laboratorio y exploraciones complementarias escalonadas.
Debe ser acorde con la edad del paciente, debe incluir antecedentes personales desde el embarazo, controlado o no, parto y periodo neonatal, posibilidad de traumatismo previo, transfusiones y cirugías, adquisición de hitos motores, vacunaciones recibidas, enfermedades previas, realización de ejercicio, ingesta de fármacos, incluidos complejos vitamínicos y preparados de herbolario, hábitos tóxicos o viaje internacional reciente, lugar de nacimiento y residencia, y antecedentes familiares de enfermedades metabólicas y autoinmunes, tales como hepatitis autoinmune, tiroiditis y diabetes mellitus e infecciones en la familia y entorno.
Debe preguntarse por existencia de coluria, acolia, prurito y sangrado.
En un paciente en el que la elevación de transaminasas se detecta de forma casual es raro el hallazgo de signos en la exploración; aun así, se debe realizar una búsqueda activa de los mismos. Se debe considerar la existencia de ictericia, distensión y dolor abdominal, existencia de hepato- y esplenomegalia y signos de sangrado. Valorar el estado de nutrición y el índice de masa corporal (IMC) para evaluar la repercusión que podría tener una enfermedad crónica o identificar un estado de obesidad responsable de la alteración. Buscar dismorfias faciales, fenotipo peculiar como en el síndrome de Alagille, alteraciones oculares (enfermedad de Wilson) o alteraciones del desarrollo psicomotor que orientarían a metabolopatías. Si existe hepatopatía crónica, se podrían evidenciar arañas vasculares, eritema palmar, xantomas o acropaquias. También se deben explorar la marcha y el tono muscular.
En la Tabla 2 figura un esquema con los datos que deben recogerse en estos pacientes.
Tabla 2. Mostrar/ocultar
Si de los datos de la historia y/o la exploración se identifica una causa que pudiera ser la responsable de la hipertransaminasemia y sobre la que pudiera intervenirse, debe procederse a su eliminación.
Ante el hallazgo de una hipertransaminasemia asintomática detectada de forma casual hay que repetir la analítica en un plazo de 15-30 días para:
Además, en lactantes se debe realizar urocultivo para descartar infección urinaria.
En niños obesos se debe realizar una ecografía abdominal.
Recomendamos como guía diagnóstica el algoritmo diagnóstico que propone el grupo GastroSur3, orientado también según edad e intensidad de la elevación. En la Tabla 3 figuran las patologías que deben ser consideradas en el diagnóstico diferencial, junto con las pruebas complementarias indicadas en cada una de ellas.
Tabla 3. Mostrar/ocultar