En España, en el año 2012, según la información recogida por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en la Encuesta Nacional de Salud, el 66,2% de las mujeres encuestadas habían amamantado en exclusiva hasta las seis semanas, el 53,6% hasta los tres meses y el 28,5% hasta los seis meses1. Como no disponemos de datos ni más recientes ni más detallados, no es posible saber la prevalencia de inicio de lactancia, cuál es la duración media de la lactancia materna exclusiva en España o si ahora estamos mejor que en el 2012.
La lactancia mejora la supervivencia, la salud y el desarrollo de niños y niñas, beneficia la salud de las mujeres y contribuye al desarrollo del capital humano. Ser amamantado es un derecho de la infancia y de las mujeres que desean hacerlo. Y ellos y ellas tienen derecho también a disponer de un apoyo adecuado y a contar, dentro del sistema sanitario, con el buen hacer de profesionales preparados y competentes para atender los problemas relacionados con la lactancia2. Y, sin embargo, nuestras cifras indican que, aunque muchas mujeres deciden amamantar demasiadas abandonan, no solo antes de lo recomendado, sino antes de lo que desean.
Es bien sabido que las mujeres que reciben información adecuada durante la gestación sobre la importancia del amamantamiento y sobre el modo de favorecer el mejor inicio tienen mayores probabilidades de iniciar la lactancia con éxito. También hay evidencia de que un parto normal, no intervenido y respetado, junto a la práctica del contacto “piel con piel precoz”, sin interferencias y con apoyo al inicio del amamantamiento en la primera hora, son factores esenciales en la instauración de una lactancia feliz3. Y de que disponer en las primeras semanas de vida de un sistema sanitario que proporcione prácticas de apoyo estructuradas, basadas en la evidencia y multifacéticas, facilita el éxito de la lactancia y la consecución materna de las propias metas3.
Sin embargo, esta situación no es habitual en nuestro medio, ni en la mayoría del mundo desarrollado, y todo ello conduce a la aparición de problemas que originan abandonos en contra del deseo inicial de la madre2,4.
El sistema sanitario tiene un papel esencial en la promoción y el apoyo a la lactancia, tanto en hospitales como en Atención Primaria5,6 y hay suficientes pruebas de que, tras muchas pérdidas de lactancia, se encuentran la falta de apoyo, la disparidad de criterios y la falta de interés o de formación en los profesionales3,7,8.
Los pediatras y los profesionales sanitarios con alguna responsabilidad en el cuidado de la salud maternoinfantil tenemos el deber de adquirir formación y habilidades basadas en la evidencia que nos capaciten como profesionales competentes en el área de la lactancia materna2.
Muchas mujeres consultan con sus médicos por dolor durante el amamantamiento. La respuesta que con más frecuencia reciben es que amamantar duele, pero que es lo mejor, que continúe y aguante. Y si no lo puede aguantar, pues que lo deje, que “tampoco pasa nada”. Las mujeres que enferman y están lactando reciben con demasiada frecuencia la invitación profesional a abandonar la lactancia, en aras de su salud o la de su hijo. Sin embargo, en la mayoría de estos casos, una actitud profesional basada en el conocimiento y en la búsqueda de pruebas no avala esta “invitación”: el tratamiento o la prueba no son incompatibles o hay alternativas que permitirían a la mujer continuar con su deseo de lactar. Porque, también basado en pruebas, el médico debe conocer que proteger la lactancia es proteger no solo la salud del nuevo ser, sino también la de la mujer que amamanta.
Pero la lactancia materna es, probablemente, la función corporal más desconocida en el campo de la medicina actual. En casi cualquier otro campo médico, los protocolos, la formación reglada o las guías clínicas gozan de respeto y difusión. No así en el campo de la lactancia, donde se describen importantes deficiencias en conocimientos y habilidades en todos los niveles profesionales2 y una fuerte ligazón de instituciones, profesionales y gobiernos con la industria de la alimentación infantil, que a menudo se interpone en la oferta de una asistencia adecuada9.
Todos los médicos y enfermeras, sin excepción, deberían adquirir al menos conocimientos básicos en lactancia10. Porque las mujeres saben que tienen derecho a buscar solución a sus problemas. Y la falta de respuesta adecuada las lleva a buscar soluciones alternativas y a desconfiar de los cuidados del profesional que no ha sabido ayudarla en un tema tan importante para ella, para su salud y la de su prole.
Esta situación ha empezado a cambiar en los últimos años. En el año 2004, el Comité de Lactancia Materna de la AEP publicó el primer manual de lactancia materna para profesionales en España, reeditado en 200911.
Desde el principio, la Iniciativa para la Humanización del Nacimiento y la lactancia (IHAN) tuvo entre sus objetivos mejorar la formación y habilidades de los profesionales. Y para ello desde el año 2000 organiza congresos bianuales de lactancia materna, de participación multidisciplinar. Además, desde sus comienzos en 1997, viene ofreciendo cursos de formación en lactancia materna, básica y avanzada, y de formación de formadores, multidisciplinares, por todas las comunidades autónomas. Y, en los últimos años, la formación en lactancia se ha extendido a las universidades con la oferta de másteres en (Canarias) y (Madrid).
A los cursos multidisciplinares se acercaron desde el inicio matronas y enfermeras, pero no los médicos, cuya presencia inicial (básicamente pediatras, ginecólogos o médicos de familia) fue anecdótica. Por ello y considerando que la formación debe ser adecuada desde los inicios, el Comité de Lactancia Materna de la AEP y la IHAN inician la oferta, en 2008, de cursos de formación en lactancia para médicos internos y residentes de Pediatría en Teruel. El éxito de los primeros cursos obliga a ampliar la oferta a residentes de otras especialidades, a ampliar el aforo y a extender la oferta a otras ciudades y a otros estamentos (con cursos para residentes de enfermería y matronas desde 2014). Desde 2013, el curso de Teruel recibe el apoyo del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
El curso de Teruel no solo obtiene una entusiasta acogida, además obtiene frutos rápidamente y de formados, los residentes pasan a formadores en los años siguientes. Y son precisamente dos de ellos, los que han trabajado duramente en la elaboración de la Encuesta de conocimientos en lactancia (ECoLa)12 para la evaluación de conocimientos y habilidades básicas en lactancia materna. Este instrumento, elaborado con gran rigor y esfuerzo, cumple todos los requisitos de validación exigibles a un cuestionario de estas características y en ello radica su verdadera importancia. Si bien son varios los cuestionarios mencionados en la literatura científica para la evaluación de los conocimientos en lactancia de los profesionales13, en su mayoría adolecen de insuficiente validación, y además ninguno ha sido validado en castellano. Se han publicado con anterioridad estudios sobre el conocimiento en lactancia de profesionales españoles, pero los estudios son antiguos y ninguno de ellos fue realizado con un cuestionario validado14,15.
La mejora de la práctica clínica necesita herramientas validadas capaces de Identificar déficits de conocimiento y áreas de mejora profesional y de evaluar la efectividad de las actividades formativas. El ECoLa, la nueva herramienta publicada por M. Gómez y M. Menéndez12, constituye un importante paso adelante que permitirá con fiabilidad evaluar conocimientos y habilidades sobre lactancia materna. Y esto, sin duda, es una buena noticia que puede tener importantes (y positivas) repercusiones sobre la salud materno infantil.