Los avances científicos del siglo XX relacionados con el desarrollo industrial, tecnológico y económico han beneficiado a la población de los países occidentales, pero están contaminando los hábitats atmosféricos, terrestres y acuáticos con un impacto que afecta directamente a la vegetación y a la calidad del agua y del suelo.
La contaminación medioambiental de los ecosistemas aéreos, terrestres y acuáticos está asociada principalmente al uso masivo de combustibles fósiles, la contaminación generada por la industria, la eliminación de los ingentes residuos y la presencia progresiva y persistente de nuevas sustancias químicas en el medioambiente natural. Muchos de estos compuestos permanecen en aquel y perjudican a las formas vivas durante décadas.
Industrias, casas, coches y camiones emiten mezclas complejas de contaminantes al aire que respiramos, muchos de los cuales son perjudiciales para la salud.
La contaminación medioambiental está tan relacionada con la salud humana que la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un informe (Anexo 1-A) ha comunicado que, en el año 2012, alrededor de siete millones de personas murieron como resultado de la exposición a la contaminación del aire. En el mismo informe se estima que causa el 36% de las muertes infantiles en la Tierra. También asevera que la contaminación atmosférica constituye, ahora, el mayor riesgo para la salud, de forma que una reducción de la misma podría salvar millones de vidas.
La OMS estima que a nivel global:
La mortalidad atribuible a la contaminación atmosférica se distribuye de la siguiente manera2:
Usar en la cocina y en la calefacción combustibles sólidos en fuegos abiertos o en estufas tradicionales causa altos niveles de contaminación del aire del hogar. Casi tres millones de personas en todo el mundo siguen dependiendo de los combustibles sólidos, incluyendo combustibles de biomasa (madera, estiércol, residuos agrícolas) y carbón, para sus necesidades energéticas. El humo en interiores contiene una serie de contaminantes perjudiciales para la salud, tales como pequeñas partículas y monóxido de carbono. Los niveles de contaminación de partículas pueden ser 20 veces más altos que los valores de referencia aceptados.
Existe evidencia consistente de que la exposición a la contaminación del aire del hogar puede producir infecciones respiratorias agudas de vías bajas en niños menores de cinco años, y puede llevar a la cardiopatía isquémica, al accidente cerebrovascular, a la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y al cáncer de pulmón en adultos3.
La mortalidad atribuible a la contaminación del aire del hogar se distribuye de la siguiente manera (Figura 1):
Figura 1. Mortalidad atribuible a la contaminación del aire del hogar. Mostrar/ocultar
Los impactos más graves de la contaminación atmosférica se producen en las personas que ya están enfermas, en los niños, en mujeres en edad fértil, en madres que lactan, en los ancianos y en los pobres.
La mortalidad atribuible a la contaminación atmosférica por 100 000 habitantes es 13 puntos mayor en las regiones europeas de bajos o medios ingresos respecto a las regiones con más rentas (Figura 2)4.
Figura 2. Mortalidad por contaminación atmosférica en las regiones europeas. Mostrar/ocultar
La mortalidad causada por la contaminación del aire del hogar por 100 000 habitantes presenta la misma diferencia, y es mínima en la Europa de altos ingresos (Figura 3)4.
Figura 3. Mortalidad por contaminación del aire del hogar en las regiones europeas. Mostrar/ocultar
Las mujeres en edad fértil y de los niños son más susceptibles por:
Mujeres:
Niños:
La exposición a los contaminantes ambientales ocurre a lo largo de toda nuestra vida, pero hay momentos más críticos por las consecuencias que podría tener:
La Paediatric Environmental Health Speciality Unit de Murcia-Valencia amplía la ventana de susceptibilidad a los 62-75 días antes de la concepción (por la influencia de los contaminantes durante la espermatogénesis).
También hay una disminución del contenido de ADNmt placentario con la exposición a la contaminación del aire prenatal. La exposición a los contaminantes del aire ambiente y al tráfico durante el embarazo se asocia con el crecimiento fetal disminuido. En Europa podría prevenirse una proporción considerable de casos de niños a término con bajo peso al nacer si se redujera la contaminación del aire urbano5,6.
Las sustancias que contaminan el aire, el agua, la tierra y todos los alimentos, penetran en el organismo humano a través de la vía transplacentaria, respiratoria, digestiva y transdérmica, de tal manera que las personas del siglo XXI van a tener una herencia química difícilmente evitable o modificable7.
La polución medioambiental afecta a todos los organismos vivos de los ecosistemas naturales. Entre las especies animales, la más afectada está la humana (Figura 4), como corresponde a su situación hegemónica en la cadena trófica alimentaria. Muchos de estos contaminantes, como son lipofílicos, tienden a acumularse en los organismos y producen un fenómeno de biomagnificación.
Figura 4. Ciclo de la polución medioambiental. Mostrar/ocultar
Aunque las puertas de entrada de los contaminantes al ser humano son variadas, haciendo un cálculo estimativo del consumo medio a lo largo de una vida, el aire que respiramos se convierte en la principal (Tabla 1).
Tabla 1. Puertas de entrada de los contaminantes al ser humano. Mostrar/ocultar
Los principales contaminantes atmosféricos son (Anexo 1C, D, E, F, G):
En su sentido más amplio, el medioambiente es uno de los principales determinantes de la salud humana y el bienestar. Promover ambientes saludables es promover la salud individual y comunitaria; ambientes no saludables pueden fomentar una elevada morbilidad, mortalidad y discapacidad, además de socavar el bienestar económico de las sociedades10.
Por las razones comentadas, se han modificado los patrones epidemiológicos clásicos de morbimortalidad en los países occidentales. Las enfermedades carenciales e infectocontagiosas han sido sustituidas y reemplazadas por patologías crónicas como:
La OMS define la salud medioambiental como aquella que está relacionada con todos los factores físicos, químicos y biológicos externos a la persona. Es decir, que engloba factores ambientales que podrían incidir en la salud, y extiende su campo de acción a la prevención de las enfermedades y a la obtención de ambientes propicios para la salud. Por consiguiente, queda excluido de esta definición cualquier comportamiento no relacionado con el medioambiente, así como cualquier comportamiento relacionado con el entorno social y económico y con la genética.
Las condiciones meteorológicas y, sobre todo, la excesiva saturación de contaminantes que sobrepasa los recursos naturales de biorregeneración, hacen que la contaminación medioambiental haya dejado de ser un problema local y típico de las regiones industrializadas para llegar a ser un problema global y amenazar la salud de los habitantes de áreas geográficas recónditas y apartadas. Baste decir que se han encontrado bifenilos policlorados (PCB) en tejidos corporales de la tribu Inuit en el Ártico, que han viajado allí a través del aire o del agua (Anexo 1-B)11.
En conclusión, todos los días estamos expuestos a una “sopa química” del medioambiente. Las estimaciones de la OMS y la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC) sugieren que la fracción de los cánceres atribuible a exposiciones ambientales tóxicas está entre el 7 y el 19%.
En un estudio del Grupo de Modelización de Terapias Antitumorales en Ratón del Instituto de Oncología (VHIO) del Hospital Valle de Hebrón, junto con 172 científicos más de centros de investigación de 28 países, encontraron que los efectos acumulativos de los productos químicos individuales (no cancerígenos) que actúan sobre diferentes vías, y una variedad de sistemas relacionados, órganos, tejidos y células, podrían plausiblemente conspirar para producir sinergias cancerígenas12.
Una variedad importante de fuentes, tanto en el interior de los edificios como en el exterior, contribuyen a la liberación en el aire de contaminantes que representan un riesgo para la salud. La exposición a la contaminación atmosférica afecta a toda la población y, aunque presenta variabilidad temporal, no se trata de una exposición puntual, sino continuada en el tiempo.
Los principales efectos agudos de estos contaminantes incluyen un aumento en el número de defunciones, de ingresos hospitalarios y de visitas a Urgencias, especialmente por causas respiratorias y cardiovasculares.
Múltiples estudios observacionales han demostrado una asociación entre la contaminación por partículas finas del aire y la mortalidad cardiovascular y cardiopulmonar, así como un mayor riesgo para el desarrollo de los síndromes coronarios agudos13,14.
Los posibles mecanismos por los que la contaminación atmosférica por partículas finas puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, que incluyen: un aumento de la presión sanguínea arterial media en reposo a través de un aumento del tono simpático y/o la modulación del tono vascular sistémico basal; un aumento en la probabilidad de trombosis intravascular a través de aumentos transitorios de la viscosidad del plasma y la disfunción endotelial, y la iniciación y promoción de la aterosclerosis.
La exposición a ozono también se ha asociado con eventos coronarios isquémicos agudos15.
Hay artículos que encuentran evidencia suficiente de la asociación entre la exposición prenatal o posnatal a las partículas finas (PM 2,5) y el trastorno del espectro autista. Se encontró evidencia limitada entre la exposición al óxido de nitrógeno y el autismo16. Se debe abordar uno de los retos científicos más importantes emergentes y recientemente identificados en la salud pública mundial: el estudio del medioambiente y el desarrollo del cerebro17.
También se encontró evidencia consistente de una asociación entre la contaminación del aire y la neumonía en la infancia temprana, así como con la otitis media18.
De la misma manera, se han hallado efectos crónicos relacionados con exposiciones a largo plazo. Se estima que el incremento del riesgo de morir por exposición crónica a contaminación atmosférica es varias veces mayor que el debido a la exposición aguda y representa una disminución de la esperanza de vida. En el Estudio de calidad del aire en Europa en 2015, la estimación de años de vida perdidos (YLL)/100 000 habitantes en 2012 en España serían:
Las muertes prematuras en 2012 en España atribuibles a la exposición a PM 2,5 serían 25 500, por exposición a O3: 1800 y por exposición a NO2: 590019.
Por tanto, es sumamente urgente invertir en estrategias que reduzcan los riesgos ambientales en las ciudades, hogares y lugares de trabajo. Esas inversiones pueden reducir considerablemente la creciente carga mundial de enfermedades cardiovasculares, neumopatías, y cánceres, y comportar una reducción inmediata en los costes sanitarios.
¿Pero qué podemos hacer nosotros para reducir el impacto de la contaminación ambiental?:
Anexo 1. Glosario de Términos. Mostrar/ocultar