Acuden unos padres a la consulta con una niña de 3 años que acaban de adoptar en Ucrania. La niña aporta un informe clínico traducido, procedente del orfanato, en el que se explica que está sana y se encuentra correctamente vacunada. Los datos de embarazo y parto son desconocidos, así como los antecedentes familiares.
Llegaron hace 3 días y acuden para abrirle historia. Esta mañana tenía 38,5 °C de fiebre y un poco de tos.
En la exploración física la niña se encuentra en percentiles 25, tanto de peso como de talla, está un poco asustada, pero presenta un aceptable estado general, tiene una temperatura de 38,7 °C y la exploración por aparatos es normal. Solo destacan unas conjuntivas algo enrojecidas, sin secreción, y una mucosa orofaríngea hiperémica.
Se envía al domicilio, explicando la importancia de mantener una buena hidratación sin forzar, y se les recomienda que le administren paracetamol si el estado general de la niña lo precisa. Se les cita al día siguiente para nuevo control y se les informa de que con ese informe que aportan debemos hacer una corrección de calendario vacunal, ya que no tenemos información concreta de las vacunas que se le han administrado.
A la mañana siguiente los padres acuden con la niña, que presenta peor estado general que el día anterior. No ha querido desayunar y les cuesta que beba agua. Tiene 39,5 °C de temperatura, está decaída, las conjuntivas están más enrojecidas y presenta un exantema maculopapuloso en la zona retroauricular y la frente.
En la mucosa bucal se aprecian unas manchas de Koplik evidentes.
Dada la fundada sospecha de que presenta un sarampión, se llama al hospital de referencia informando de su derivación para diagnóstico y llevar a cabo aislamiento en sala de urgencias, se notifica el caso a Salud Pública y se declara al Sistema de Enfermedades de Declaración Obligatoria (EDO).
El sarampión es una enfermedad infecciosa causada por un virus RNA de la familia paramyxoviridae del género morbillivirus1.
Tiene una distribución mundial, es una enfermedad muy contagiosa (el 90% de expuestos susceptibles la contraerán). En ausencia de vacunación, la mayoría de los casos ocurren en niños preescolares y escolares y muy pocas personas son susceptibles a los 20 años2,3.
El único reservorio es el ser humano, situación que facilita la erradicación3.
Es una causa importante de mortalidad, especialmente en niños menores de 5 años3.
Desde 1967 se dispone de vacuna contra el sarampión, que ha disminuido su incidencia y la mortalidad. Los casos se producen predominantemente en áreas con bajas tasas de vacunación (países en vías de desarrollo) y en los menores de 12 meses. Debido a factores sociopolíticos y a su alta transmisibilidad, se ha logrado la eliminación en muy pocas áreas del mundo. La vacunación contra el sarampión ha reducido la mortalidad mundial por esta causa en un 79% entre 2000 y 2015, pese a lo cual en 2015 hubo 134 200 muertes por sarampión3-5.
La prevalencia de sarampión en la Región Europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS) prosigue su descenso, pero es aun inaceptablemente alta. Su eliminación había sido fijada para el año 2015, pero se ha propuesto una nueva fecha objetivo para 2020. Todos los países, excepto Malta y Luxemburgo, han notificado algún caso en los últimos 12 meses5.
Desde finales de 2009 ha habido un fuerte aumento en los casos de sarampión en la Región Europea. Dese el 1 de enero al 31 de diciembre del 2018 se notificaron al Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) 12 352 casos de los que se confirmaron en el laboratorio 8596 (70%) y fallecieron 35 de los infectados5.
Para que se produzca esta situación, contribuye la deficiente inmunidad en niños de 5-9 meses europeos, ya que los anticuerpos de las madres vacunadas, respecto a las que padecieron la enfermedad natural, son menores y menos duraderos; así como la mayor susceptibilidad a la misma de muchos preescolares que recibieron una única dosis de vacuna a los 12 meses.
Por otro lado, solo Hungría, Portugal, Eslovaquia y Suecia tienen un 95% de vacunados con dos dosis, el resto de los países europeos se encuentran con coberturas vacunales subóptimas4-6.
En España, la vacuna contra sarampión, rubeola y parotiditis o triple vírica (TV) se introdujo en el calendario de vacunación infantil en 1981, incorporándose una segunda dosis en 19966.
Entre 1999 y 2009, la incidencia de sarampión se encontraba en niveles de eliminación, pero entre 2010 y 2013 se produjo una onda epidémica. En 2014 hubo cinco brotes (Figura 1). El grupo de edad más afectado fueron los menores de 1 año seguidos del grupo de 1 a 4 años, aunque también hubo varios casos en adultos
Figura 1. Sarampión por semana epidemiológica, España 2001-2017. Se mantiene la presentación estacional de los casos de sarampión6. Mostrar/ocultar
Entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2018 en España se declararon a los ECDC 225 casos, de los que se confirmaron 220. Todos los casos de origen fueron importados, tanto del resto de Europa como del Sudeste Asiático.
El 26 de septiembre de 2017, España entró a formar parte de los países en los que se ha eliminado el sarampión autóctono (la condición para certificar la eliminación de la infección es la interrupción de la cadena de transmisión del sarampión durante al menos tres años).
Tanto en España como en Europa, durante los brotes se han producido casos en trabajadores sanitarios5,6.
Es una enfermedad muy contagiosa, con una tasa de ataque del 90%. Se contagia por contacto de persona a persona y por propagación a través del aire, donde el virus puede permanecer vivo durante 2 horas. Esto explica que se produzcan importantes brotes en escuelas y grandes ciudades2,3.
Es una enfermedad endémica en áreas con baja tasa de vacunación. Es más frecuente en invierno y primavera3.
El periodo de contagio es desde 2 a 5 días antes de aparición de la erupción hasta 4 días después (máximo cuando el paciente está febril y tiene síntomas respiratorios) (Figura 2). Los pacientes con panencefalitis esclerosante subaguda no son contagiosos2,3.
Figura 2. Sarampión: diagrama temporal4. Mostrar/ocultar
El virus se replica en la piel, conjuntivas, aparato respiratorio y otros órganos internos3.
La infección natural produce inmunidad permanente3.
Figura 3. Manchas de Koplik. Mostrar/ocultar
Figura 4. Exantema morbiliforme. Mostrar/ocultar
En los niños, la extensión de la erupción y el grado de confluencia generalmente se correlacionan con la gravedad de la enfermedad.
En la fase exantemática también pueden aparecer: linfadenopatía, fiebre alta (alcanzando un máximo a los 2 o 3 día después de la aparición de la erupción), faringitis y conjuntivitis no purulenta. Con poca frecuencia, los pacientes con sarampión grave desarrollan linfadenopatía generalizada y esplenomegalia4,7.
La mejoría clínica se produce a las 48 horas de la aparición de la erupción. Después de 3 o 4 días, la erupción pasa a un color pardusco (en pacientes de ascendencia caucásica, aunque no en pacientes de ascendencia africana) y comienza a desvanecerse, seguido de una descamación fina en las áreas más severamente afectadas. La erupción generalmente dura de seis a siete días y se desvanece en el orden en que apareció (Figura 2)7.
La tos puede persistir 1-2 semanas.
La aparición de fiebre más allá del tercer al cuarto día de la erupción sugiere una complicación asociada al sarampión.
La infección por el virus del sarampión puede causar supresión transitoria de la respuesta de las células T. La inmunosupresión inducida por el virus del sarampión puede aumentar el riesgo de padecer enfermedades bacterianas y virales secundarias, incluidas la neumonía y la diarrea, que causan la mayoría de la morbilidad y la mortalidad relacionadas con el sarampión. Además, se ha descrito la reactivación de la tuberculosis en el contexto de una infección reciente por sarampión7.
El 30% de los pacientes presenta alguna complicación.
Tienen mayor riesgo los pacientes de países en desarrollo, con inmunodepresión celular (síndrome de inmunodeficiencia adquirida [SIDA], linfoma, fármacos supresores de células T…), las mujeres embarazadas, las personas con deficiencia de vitamina A, estado nutricional deficiente e individuos en edades extremas.2,7
Encefalitis (1 por cada 1000 casos). Aparece a los pocos días de la erupción, típicamente el día 5 (rango de 1 a 14 días); los síntomas pueden incluir fiebre, dolor de cabeza, vómitos, rigidez en el cuello, irritación meníngea, somnolencia, convulsiones y coma. Puede ocurrir en ausencia de erupción cutánea. Aproximadamente el 25% de los niños presentarán secuelas; la enfermedad rápidamente progresiva y fatal ocurre en aproximadamente el 15% de los casos1,8.
Encefalomielitis aguda diseminada (1 por cada 1000 casos). Es una enfermedad desmielinizante por una respuesta autoinmune posinfecciosa; se presenta durante la fase de recuperación del sarampión (en las dos semanas posteriores al exantema). Los síntomas clínicos son: fiebre, dolor de cabeza, rigidez del cuello, convulsiones y cambios en el estado mental, como confusión, somnolencia o coma. Otras manifestaciones pueden incluir ataxia, mioclonía, coreoatetosis, paraplejia, tetraplejia, pérdida sensorial, pérdida del control de la vejiga y el intestino y dolor de espalda. Mortalidad del 10-20%. Las anomalías neurológicas residuales son comunes entre los supervivientes, incluidos los trastornos de conducta, el retraso mental y la epilepsia1,7.
Panencefalitis esclerosante subaguda. Es una enfermedad degenerativa progresiva y mortal del sistema nervioso central que generalmente ocurre de 7 a 10 años después de la infección por el virus natural del sarampión. Su patogénesis no se conoce bien, pero puede implicar una infección persistente con una variante genética del virus del sarampión dentro del sistema nervioso central. Es más frecuente de lo que se pensaba. La infección del sarampión a una edad temprana es un factor de riesgo El riesgo después de la inmunización contra el sarampión es 1000 veces menor que después de la infección natural1,8.
Encefalopatía aguda inducida por sarampión en pacientes con enfermedad por virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)1.
Los hijos de madres vacunadas tienen concentraciones más bajas de anticuerpos maternos adquiridos transplacentariamente contra el sarampión (y por lo tanto pierden la protección proporcionada por anticuerpos maternos a una edad más temprana) que los niños nacidos de madres con inmunidad adquirida de infección natural.
El sarampión durante el embarazo se asocia con un mayor riesgo de complicaciones maternas y fetales graves (bajo peso al nacer, partos prematuros, aborto espontáneo, muerte fetal intrauterina y muerte materna)7.
El diagnóstico del sarampión se basa en la situación epidemiológica, la clínica y la serología.
Ante una sospecha diagnóstica hay que aislar al paciente tanto en el centro de salud como en la habitación del hospital si es necesario su ingreso por encontrarse en una situación grave. Todo caso sospechoso ha de ser investigado en menos de 48 horas después de ser notificado.
Periodo prodrómico: dengue y enfermedades debidas a virus respiratorios comunes: rinovirus, parainfluenza, influenza, adenovirus y VRS7.
Periodo de exantema: varicela, rubeola, roséola (herpesvirus humano 6), eritema infeccioso (parvovirus B19), boca-mano-pie (enterovirus), escarlatina y síndrome de shock tóxico (estreptococo del grupo A), erupción farmacológica, meningococemia, fiebre manchada de las Montañas Rocosas, mononucleosis infecciosa, infecciones por Mycoplasma pneumoniae, vasculitis por inmunoglobulina A o púrpura de Henoch-Schönlein y enfermedad de Kawasaki7.
Una cobertura vacunal del 95% interrumpe la transmisión del sarampión, produciendo inmunidad colectiva9. Los últimos datos de cobertura de la vacuna triple vírica en España, publicados por el ministerio de Sanidad, son del periodo 2008-2017 y registran una cobertura del 97,7% para la primera dosis, pero no alcanza el 95% para la segunda (93,1%), y es más baja en algunas comunidades10.
Se estima que entre 2000 y 2015 la vacunación evitó unos 20,3 millones de muertes en el mundo, por lo que es una de las mejores inversiones en salud pública11.
El esquema de vacunación consiste en dos dosis de triple vírica a los 12-15 meses y a los 2-4 años, ya que en España no se dispone de vacuna monocomponente. No se puede administrar a menores de 6 meses11. Se trata de una vacuna de virus vivos atenuados. En España no es obligatoria9. Recientemente se ha comercializado la vacuna tetravírica con varicela añadida11.
El Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP) considera que la administración de la segunda dosis entre los 2 y 4 años, preferentemente a los 2, optimiza el cumplimiento de la vacunación y reduce las posibilidades de enfermar en edades de riesgo y la circulación de los virus salvajes en la comunidad, dado que las coberturas vacunales tienden a reducirse con la edad. Secundariamente, evita potenciales gastos de recursos públicos a los que obliga una corrección de posibles incumplimientos. El CAV-AEP se reafirma en la exigencia de alcanzar y mantener coberturas universales infantiles iguales o superiores al 95% de una vacunación completa con dos dosis, para asegurar la correcta inmunidad de grupo y propiciar la eliminación de las enfermedades que previene. En este sentido, se enfatiza en la necesidad de mantener una vigilancia epidemiológica de calidad, extendida de modo particular a áreas marginales, fuentes de bolsas de personas susceptibles y al propio personal sanitario9.
Las reacciones locales son poco frecuentes y pueden ser dolor, eritema, tumefacción y adenopatía.
Puede aparecer fiebre mayor de 39,4 °C en el 5-15% de los casos, suele ocurrir entre los 5 y 12 días después de la inmunización.
Los casos de encefalitis o encefalopatía se pueden dar en menos de uno por cada millón de dosis, atribuible al componente antisarampión.
Pueden aparecer erupciones transitorias (5%), linfadenopatía transitoria (5% de niños y 20% de adultos), artralgias y artritis transitoria, reacciones de hipersensibilidad (neomicina o gelatina) y trombocitopenia transitoria.
Puede existir un mayor riesgo de convulsiones febriles dentro de los 6-14 días tras la inmunización.
En pacientes inmunodeprimidos se puede presentar una enfermedad producida por el virus vacunal del sarampión. Es potencialmente grave e incluso mortal.
No se ha demostrado asociación con el autismo. Recientemente ha sido publicado un estudio de una cohorte de 657 461 niños estudiados en Dinamarca que lo confirma14.
Es distinta según la edad:
En relación a la actuación ante un caso sospechoso o confirmado y sus contactos, hay un estupendo resumen elaborado y cedido amablemente por el Dr. Ángel Hernández Merino, que está disponible junto con más información en la web del Grupo Independiente de Pediatras Informatizados- El GIPI, disponible en: http://www.elgipi.es/pdf/sarampion_protocolo-epidemiologico.pdf