En el momento actual, la visión que tienen los residentes de la pediatría de Atención Primaria (AP) no es satisfactoria. El hospital les deslumbra, los pediatras hospitalarios son su referencia y la AP no es una opción profesional atractiva.
En un estudio reciente, hemos constatado que un porcentaje elevado de residentes no optan por la pediatría de AP como salida profesional. Dicho estudio, realizado por la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) en 2017, constataba que solo el 30% de los residentes elegían esa opción1. En cuanto a la distribución por autonomías había grandes diferencias entre unas y otras, como se puede observar en la Figura 1.
Figura 1. Porcentaje de pediatras cuya salida profesional es la Atención Primaria, por autonomías, entre los años 2014 y 2017. Mostrar/ocultar
Para revertir esta situación, las soluciones pueden ser: reforzar la docencia e imagen del pediatra de AP, mejorar la consideración general de la Atención Primaria y hacer más atractivas las plazas de pediatría de AP. Veamos a continuación cada uno de estos puntos.
Durante la etapa de formación, el residente pasa el 93,7% de su periodo formativo en el hospital. Los profesores de la Universidad son en su inmensa mayoría pediatras hospitalarios y con los tutores de residentes pasa lo mismo. Hay instancias, incluso desde la pediatría, que dicen que quieren que los residentes vayan en mayor proporción a AP, pero no quieren cambiar en nada esa situación. Recuerda a aquella famosa frase del despotismo ilustrado:
Todo para el pueblo, pero sin el pueblo.
Que ahora se podría modificar en:
Todo para la pediatría de AP, pero sin contar con los pediatras de AP.
Si hay contenidos que se enseñan en las asignaturas de pediatría que corresponden a competencias exclusivas de Atención Primaria, debería ser un pediatra de Atención Primaria el profesor. Si los puestos de trabajo de pediatra están en un 60% en AP, debería haber la misma proporción de pediatras de AP como tutores. Pero eso no es así. El residente, como cualquier ser humano, aprende de lo que ve, no de lo que se le dice. Y sin decirlo, desde el hospital están inculcando que el saber, la universidad, la docencia y el éxito profesional están en el hospital. Que si es pediatra de AP es muy difícil que sea profesor de Universidad, tutor docente, etc. Y de esa manera, aunque de palabra digan que es importante la formación en Atención Primaria, están diciendo de forma no verbal que ir a AP es un fracaso.
En un editorial anterior ya relatábamos que la Atención Primaria había sufrido una falta de financiación progresiva en los últimos años y que era imprescindible, como se ha apuntado en el apartado previo, aumentar la implicación del pediatra de AP en la docencia: «Aumentar el tiempo de rotación obligatoria por AP a los MIR de Pediatría, simplificar la burocracia de la acreditación de nuevas plazas de formación, estimular la actividad docente de los pediatras de AP, posibilitando el acceso a la figura del tutor en todas las comunidades autónomas con los mismos reconocimientos que el resto de los tutores, son elementos indispensables para la AP»2.
Y en la Revista de Pediatría de Atención Primaria, otro editorial alerta de que la AP, tal como la hemos conocido, se muere, está en trance de desaparecer, y aboga por una AP moderna, ajustada a las transformaciones sociales de las últimas décadas, potente y resolutiva, que aproveche los avances tecnológicos sin renunciar a la proximidad y al encuentro cara a cara, reconocida por la población, con una agenda razonable que permita dedicar el tiempo necesario a cada paciente, que sea capaz de abordar algunos condicionantes sociales de la salud, que forme a los estudiantes, también, en intuición clínica y humanidad, que vuelva a ilusionar y comprometa a los profesionales con el rigor, la calidad y la eficiencia de una sanidad pública sostenible3.
Foto: La Feria. Economía Solidaria-Madrid.
El hecho de que en las plazas, como se decía en el apartado anterior, haya tiempo para realizar una actividad profesional eficiente con condiciones de trabajo adecuadas, es importante para que los residentes vean en la AP una vía posible para su desarrollo profesional.
En 2019 se realizó una encuesta entre pediatras y residentes de la AEPap (con 1120 respuestas) y lo que solicitaban estos para que las plazas fueran más atractivas era que mejorara la duración de los contratos, disponer de enfermería en todas las consultas, que se mejorara la conciliación familiar y se favoreciera la formación presencial con sustitución y posibilidades de ofertar docencia4.
En Noruega, en una isla donde los profesionales de Atención Primaria tenían poca continuidad y estaban descontentos con sus condiciones laborales, hicieron cambios consistentes en disminución de la carga de trabajo, mejorar la conciliación familiar, la formación continuada e incremento de oportunidades para proyectos de investigación, y observaron que los profesionales querían continuar en sus plazas y tenían una mayor satisfacción profesional5.
Por lo tanto, si se quiere atraer a los residentes de pediatría a la AP; mejorando las condiciones de trabajo de los pediatras de AP y haciendo las plazas más atractivas, es posible.