Nunca se debería utilizar un cuestionario que mida aspectos subjetivos sin que antes haya sido debidamente validado. Cualquier cuestionario validado en un idioma o entorno cultural diferente a aquel en que se pretende utilizar debe ser sometido, previamente a su uso, a un proceso de adaptación. Por otro lado, el proceso de creación de un nuevo cuestionario y su correspondiente validación es complejo y, habitualmente, supone un estudio en sí mismo. Comprobar que el cuestionario tiene una fiabilidad y validez adecuadas es imperativo para que su utilización sea correcta. Además, aspectos como que aquel cuestionario tenga una buena sensibilidad y la determinación de los puntos de corte de sus puntuaciones nos facilitarán la clasificación de los sujetos.
La investigación científica es un proceso que requiere del máximo rigor. Por ello, los datos que se recojan durante cualquier estudio deben tener la mayor calidad posible, de manera que las conclusiones que se obtengan de su análisis sean fiables. Hay datos que se pueden medir fácilmente de manera objetiva. A nadie escapa que para valorar el peso se necesita una báscula adecuadamente calibrada o para medir el perímetro craneal se necesita una cinta métrica. Pero hay una serie de aspectos cuya valoración no resulta tan sencilla porque responden a conceptos subjetivos. Valorar cuestiones como la ansiedad, la dificultad respiratoria o la adhesión a un tratamiento requieren del uso de herramientas específicas, normalmente en forma de cuestionarios o escalas. Estos deben haber sido sometidos, previamente a su uso, a un proceso de validación, de manera que el resultado que obtengamos de su aplicación sea veraz. La disciplina que estudia la validez de los cuestionarios es la psicometría.
Un buen cuestionario debería cumplir 4 características: viabilidad, fiabilidad, validez y sensibilidad1,2. A continuación, se describirán brevemente estos cuatro aspectos.
La viabilidad hace referencia a su facilidad de aplicación. Obedece a aspectos como el tiempo necesario para su cumplimentación, la sencillez, la brevedad y la claridad de las preguntas, la codificación y la facilidad de la interpretación de los resultados. La viabilidad se valora mediante una pequeña prueba piloto en la que se aplica el cuestionario a un grupo de unas 30 personas. Se valora el porcentaje de respuestas en blanco, el tiempo de realización o la percepción respecto a la facilidad de realizar el cuestionario por parte del usuario. En función de estos resultados se puede modificar el cuestionario con el fin de adaptarlo de manera oportuna para que su utilización sea factible.
Ninguna medición que se haga es perfecta, todas ellas están sometidas a posibles errores. Un instrumento fiable es aquel que ofrece un resultado preciso. Así, un instrumento fiable sería aquel que en repetidas mediciones ofrece resultados consistentes, o sea, las puntuaciones obtenidas en diversas mediciones son prácticamente las mismas. La fiabilidad se mide a través de los coeficientes de fiabilidad3. El resultado de estos coeficientes puede oscilar desde 0 (ausencia de fiabilidad) a 1 (máxima fiabilidad). No existe un consenso entre diferentes autores sobre qué nivel de fiabilidad sería el mínimo deseable, normalmente puntuaciones entre 0,7-0,8 se consideran como una fiabilidad aceptable, entre 0,8-0,9 sería buena y entre 0,9-1 sería excelente1.
Según la naturaleza del cuestionario se pueden valorar diferentes aspectos para comprobar su fiabilidad. Los 3 más habituales son los siguientes:
La validez asegura que el cuestionario mide aquello para lo que ha sido creado y no otra cosa diferente. Confirma que aquel cuestionario mide el constructo para el que ha sido diseñado. No obstante, hay que tener en cuenta que la validez de un cuestionario depende del uso que se haga de este. Un mismo cuestionario puede ser válido en un entorno determinado o en un grupo de pacientes concreto, pero no serlo si estas circunstancias cambian3. Además, la validez de un cuestionario debe entenderse como un proceso continuo y dinámico6; a lo largo del tiempo, a medida que se vaya aplicando aquel cuestionario a más pacientes, se conocerán más datos sobre él. En realidad, no se valida el cuestionario, se validan las puntuaciones obtenidas por el cuestionario y el uso que se puede hacer de él en determinadas circunstancias concretas.
Se considera que se pueden tener en cuenta 4 aspectos sobre la validez de un cuestionario. En función del tipo del cuestionario que se esté validando se podrán estudiar los 4 aspectos o solamente algunos de ellos:
Cualquier cuestionario busca detectar la presencia o ausencia de una determinada característica. Por tanto, actúa como cualquier otra prueba diagnóstica. Por ello, se pueden valorar los índices clásicos de las pruebas diagnósticas para el cuestionario estudiado: sensibilidad, especificidad y los valores predictivos positivo y negativo. Como los cuestionarios o escalas responden a mediciones continuas, se deben determinar uno o varios puntos de corte que separen los diferentes estados del paciente. En este sentido, la utilización de las curvas ROC es primordial2.
Cuando se precise utilizar un cuestionario o escala para realizar una medición, la mejor opción posible siempre será que ya exista uno que se adapte a la medición que se desea realizar y cuyo uso en aquellas determinadas circunstancias esté debidamente validado. Una búsqueda bibliográfica en las bases de datos científicas habituales nos ofrecerá resultados sobre la existencia (o no) de algún cuestionario que mida algún aspecto concreto. Otro recurso útil para localizar la existencia de cuestionarios es la web BiblioPRO (www.bibliopro.org). Para usar cualquier cuestionario se ha de saber si este es de uso libre y, en caso de duda, se debería contactar con el autor del mismo para comprobarlo. En ocasiones, es posible que se encuentre más de un cuestionario que valore el aspecto que deseamos medir. Para elegir entre varios, el cuestionario que mejor se adapte a las necesidades que se tengan, se deberá tener en cuenta hasta qué punto se adecúa a lo que se pretende medir, su calidad (cuestionario con respaldo bibliográfico y ampliamente utilizado) y su posible coste3. Obviamente, el uso de cualquier cuestionario ya existente se debe hacer siguiendo de manera estricta sus instrucciones de uso y es incorrecto modificarlo en ningún sentido.
Es posible que, en la búsqueda de un cuestionario para realizar alguna medición, se encuentre algún cuestionario creado en un entorno cultural diferente o en un idioma distinto del necesario para la población que se pretende estudiar (normalmente, se encuentra un cuestionario en inglés). En este caso, no vale con traducir el cuestionario y aplicarlo directamente a la población a estudiar. El proceso de traducción requiere una metodología estricta (que se describirá a continuación) y, además, se deberá realizar posteriormente un proceso de validación de la traducción que asegure que los resultados de las respuestas al cuestionario traducido son equivalentes a las que se hubieran dado al cuestionario original.
Puede darse el caso de encontrar un cuestionario en el idioma necesario, pero que haya sido validado en un entorno cultural diferente. El ejemplo más habitual sería el de cuestionarios en español, pero validados en países latinoamericanos. En este caso, habría que tener en cuenta aspectos como los giros idiomáticos, el contexto cultural y las diferencias en la percepción de salud de las diferentes poblaciones4. Por tanto, la necesidad de una adaptación del cuestionario es prácticamente obligatoria y, por tanto, también requeriría ser sometido después de la adaptación a un proceso de validación3,4,7.
Antes de iniciar el proceso de adaptación de un cuestionario habría que obtener el permiso del autor que tenga los derechos del cuestionario. Normalmente, se utiliza este contacto con el autor para recabar su colaboración en el proceso de adaptación.
A la hora de traducir un cuestionario a otro idioma se ha de tener en cuenta que se necesita algo más que una traducción literal del cuestionario. Se debe conseguir una traducción que refleje claramente el concepto teórico para el que fue creado el cuestionario original. Los traductores del texto deberán ser preferentemente bilingües y conocedores del entorno cultural de destino y, al menos uno de ellos, debe también ser experto en el concepto que se pretende medir4. Se realizarán un mínimo de 2 traducciones independientes del cuestionario que luego se consensuarán en una primera versión traducida. Esa primera versión será retrotraducida de nuevo al idioma original y se analizarán las discrepancias entre la versión original y la retrotraducida. La retrotraducción se realizará preferentemente por dos personas nativas de la lengua original del cuestionario y desconocedoras del mismo1,8. Todo el material obtenido de las traducciones y retrotraducciones se someterá a un comité de expertos que consensuará una versión traducida de manera consensuada. La participación del autor original de la escala es deseable e importante en este comité7. Este proceso (traducción-retrotraducción) debe realizarse una vez como mínimo, aunque puede repetirse más veces si se considera necesario3.
Una vez se haya obtenido una versión consensuada, conviene someterla a una prueba piloto con personas de la población diana, con el fin de obtener información sobre el significado que los usuarios han atribuido a cada ítem. Se utilizarán técnicas cuantitativas que detecten patrones atípicos de respuesta, falta de respuesta, subgrupos de personas con respuestas diferentes, etc. También se puede obtener información de manera cualitativa mediante entrevistas con los usuarios. Toda la información obtenida se analizará y se modificará el cuestionario si fuera necesario8.
El último paso del proceso consistirá en la revisión ortográfica y sintáctica del cuestionario para obtener la versión definitiva traducida. Hasta aquí el proceso de traducción (Tabla 1).
Tabla 1. Fases de la traducción de un cuestionario. Mostrar/ocultar
Una vez tengamos la versión definitiva traducida, esta tendrá que ser validada en una muestra de la población diana. No existe consenso sobre el número adecuado de pacientes para validar un cuestionario. Una de las referencias clásicas es considerar que se necesitan entre 5 y 10 pacientes por cada uno de los ítems que tenga el cuestionario. Lo que está claro es que cuanto más grande sea la muestra utilizada mayor será la seguridad respecto a la validez del cuestionario. Muestras inferiores a 50 pacientes no serían adecuadas y lo ideal sería utilizar una muestra en torno a 200 individuos9.
Cuando se disponga de la muestra necesaria se realizará un análisis de fiabilidad y de validez de los resultados obtenidos. Según las características del cuestionario se podrán valorar más o menos aspectos de la fiabilidad y de la validez4,10. En el caso de la adaptación o traducción de cuestionarios es de especial interés realizar un análisis factorial del cuestionario traducido. Esto nos permitirá comparar las dimensiones y la estructura interna del cuestionario y compararlo con la estructura interna del cuestionario original. La semejanza entre ambas estructuras internas nos permitirá afirmar la equivalencia de las medidas que realizan ambos cuestionarios3.
No hay que perder de vista que, tras el proceso de adaptación y/o traducción de un cuestionario, el objetivo es que el cuestionario resultante presente las mismas características métricas que el original, de manera que se puedan comparar los resultados de su aplicación en los diferentes ámbitos en que se haya validado7.
En caso de no encontrar ningún cuestionario ya validado ni ningún cuestionario que se pueda adaptar a la medición que se pretende realizar, se estará ante la opción más laboriosa de todas: tener que crear un cuestionario de novo y validarlo. La creación de un cuestionario desde cero es una tarea ingente que requiere un esfuerzo y una inversión de tiempo importantes. Los pasos necesarios para elaborar un cuestionario vienen esquematizados en la Tabla 2.
Tabla 2. Fases de la creación de un cuestionario3. Mostrar/ocultar
El primer paso en la creación de un cuestionario, obviamente, será definir el constructo, así como las dimensiones teóricas que lo componen. Se trata de hacer una aproximación a lo que se quiera medir basada en la revisión bibliográfica sobre el tema y en las ideas u opiniones de expertos en el tema. Este proceso no es inequívoco y un mismo constructo puede definirse conceptualmente desde diferentes perspectivas teóricas6. Por ejemplo, existen múltiples cuestionarios para valorar la calidad de vida de las familias con algún niño asmático. Algunas tan solo hacen una aproximación al fenómeno desde el punto de vista del ajuste psicosocial, mientras que otras hacen una aproximación que incluye otras dimensiones, como pueden ser la salud general o la limitación de actividades3. El autor del cuestionario tendrá que decidir qué perspectivas teóricas considera importantes para medir aquel fenómeno.
A continuación, se tendrán que establecer las características del cuestionario que se creará. Se deberá establecer la población sobre la que se aplicará el cuestionario (adolescentes sanos, pediatras de Atención Primaria, madres que dan el pecho…), ya que esta condicionará la forma de administración y el formato del cuestionario6. Los cuestionarios pueden ser autoadministrados o heteroadministrados, y en estos últimos la entrevista puede realizarse directamente o de manera indirecta (normalmente por teléfono). En los cuestionarios autoadministrados las instrucciones de respuesta de los ítems deben ser muy concretas.
Teniendo en cuenta todos estos elementos, habrá llegado el momento de redactar los ítems y crear un cuestionario preliminar. Este primer cuestionario será sometido a sucesivos cribados y valoraciones hasta conformar la versión definitiva. En cuanto al número de ítems necesario, no hay reglas fijas. Esta primera versión del cuestionario se recomienda que contenga un número de ítems unas 3 veces superior al necesario3. El número final necesario de ítems es una cuestión muy variable y dependerá, fundamentalmente, del número de dimensiones que se quiera abarcar. Normalmente, los cuestionarios definitivos suelen contener entre 10 y 90 ítems6. Esta es la fase más complicada, ya que requiere una alta dosis de creatividad. La información para elaborar los ítems se puede obtener de diferentes fuentes: otros cuestionarios similares, observaciones clínicas, opinión de expertos o, incluso, opinión de los pacientes11. En cuanto a la redacción de los ítems, tiene que ser clara y breve (Tabla 3). Una vez se tenga el redactado de los ítems se deberán asignar a alguna de las dimensiones que se hayan definido (normalmente por parte de expertos en el tema). Posteriormente, se hará un primer cribado de los ítems en el que se valorarán aspectos formales de cada ítem concreto y de la escala en general. Interesa obtener información sobre el proceso de respuesta: claridad de las instrucciones, adecuación de las preguntas, extensión de los ítems, comprensibilidad, número de respuestas (excesivo o no), orden lógico de las preguntas o tiempo necesario para responder el cuestionario. Para obtener toda esta información suele ser útil la realización de entrevistas con los participantes y los grupos focales3. De esta manera habremos obtenido la primera versión del cuestionario.
Tabla 3. Características de la redacción de los ítems de un cuestionario. Mostrar/ocultar
Esta primera versión del cuestionario se someterá a sucesivas depuraciones en base a criterios relacionados con la representatividad y relevancia de los ítems y en base a criterios psicométricos (fiabilidad y validez principalmente). La versión se pasará a un grupo piloto de unos 30-50 usuarios del cuestionario6. En base a las respuestas que se haya dado a los diferentes ítems se aplicarán diferentes estrategias de valoración. Básicamente, se valorará la estructura interna de la escala de manera que se eliminen los ítems que no aportan valor al cuestionario o no se ajustan bien a las dimensiones definidas del cuestionario3. La intención será obtener una versión definitiva del cuestionario lo más ajustada posible en cuanto a longitud para que refleje bien el constructo que se quiere medir. Este proceso de depuración no está exento de cierta subjetividad y es conveniente la participación de alguna persona con experiencia en valorar las características psicométricas de los cuestionarios junto a los expertos en el tema sobre el que versa el cuestionario.
Ya como último paso habrá que establecer cómo debe calcularse e interpretarse la puntuación de la escala. En ciencias de la salud lo más común es que los cuestionarios que se utilizan respondan a escalas sumativas (tipo Likert), donde la puntuación total del cuestionario corresponde a la suma de cada una de las respuestas dadas a los diferentes ítems. En caso de que sea necesario, también se deberán definir uno o más puntos de corte en las puntuaciones de la escala.
La medición de aspectos subjetivos en ciencias de la salud debe realizarse mediate escalas o cuestionarios convenientemente validados. La validación de un cuestionario debe entenderse como una cuestión dinámica que va adquiriendo mayor consistencia a medida que se van valorando sus propiedades psicométricas en distintas culturas y/o poblaciones1. Es importante tener en cuenta que no se valida el cuestionario en sí mismo, sino el uso que se pueda hacer del cuestionario en aquellas circunstancias en las que se validó3.
Libro muy completo que, aunque no está orientado específicamente a ciencias de la salud, ofrece una visión en profundidad del tema de manera clara.