“El peor error es no hacer nada por pensar que es poco lo que se puede hacer.”
(E. Burke)
Un objetivo fundamental de los pediatras de AP es la formación en metodología de investigación, así como la realización de estudios de morbilidad en la población pediátrica. El procedimiento normalizado que se sigue para la resolución de cualquier problema científico es formular la pregunta que se desea resolver, diseñar una metodología válida y pertinente y, finalmente, realizar el estudio según el diseño propuesto. Para poder abordar estas cuestiones, es el momento de buscar en las fuentes y hacer una primera búsqueda bibliográfica, que permita conocer el marco teórico de la cuestión, delimitar el tema, plantear claramente la cuestión que se va a estudiar y escribir claramente la pregunta de la investigación. Debe ser clara, concisa y sin ambigüedades, subjetividades ni retóricas. Se resumiría diciendo que la pregunta debe ser factible, interesante, novedosa, ética y relevante. Tener clara la pregunta lleva implícito tener claro el objetivo principal de la investigación, que es la esencia del estudio, y en función de este se diseñará el tipo de estudio.
La investigación surge de la percepción de una situación como problemática, alguna situación que aparentemente resulta extraña o de difícil resolución:
Investigar es responder a preguntas y, para que realmente el resultado final responda al problema, será fundamental definir bien la pregunta y seguir un método estructurado (tabla 1). Si se plantea correctamente la pregunta y el estudio permite realmente responderla, ampliaremos nuestros conocimientos y en último término mejoraremos nuestra práctica profesional.
Tabla 1. Mostrar/ocultar
El primer paso es el planteamiento de una idea, que consiste esencialmente en plantearse algo que tiene que ver con un tema más o menos acotado dentro de un ámbito de conocimiento específico. Las ideas de investigación se caracterizan por su vaguedad y amplitud, es decir que son más bien generales y no abordables directamente desde la perspectiva del método científico. A partir de cada idea debe plantearse al menos un problema de investigación, el cual se acotará a un aspecto de la idea y deberá subdividirse a su vez en dos o más preguntas. Estas últimas orientarán y definirán los objetivos concretos de la investigación1-3.
Las ideas de investigación en medicina pueden surgir de diversas fuentes: la experiencia previa del investigador en una especialidad determinada, la información disponible (o la falta de ella) acerca de un problema de salud general o local, la observación cuidadosa de los pacientes, la detección de deficiencias en la calidad asistencial en un campo clínico, la relación entre la morbilidad del paciente y su entorno familiar o socioeconómico, etc.
Por tanto, el problema planteado y objeto de estudio puede proceder de o plantearse por:
El reto en la elaboración de una buena pregunta de investigación no proviene de su escasez, sino más bien de la dificultad para hallar una pregunta importante que seamos capaces de transformar en un objetivo de un estudio válido y viable.
Con nuestra idea rondándonos la cabeza, debemos plantearnos una serie de cuestiones básicas antes de continuar:
De encontrarnos con esta última situación, probablemente ello hará que nos cuestionemos la pertinencia de nuestro trabajo pero, por otra parte, supondrá haber encontrado la solución a nuestro problema, que en último término era el objetivo final.
Esta primera aproximación teórica nos permite, además, conocer las dificultades que han surgido en otros trabajos, qué tipo de estudios han diseñado, cómo han intentado solucionar las dificultades; aumenta nuestros conocimientos sobre el tema o, incluso, puede ser fuente de nuevas ideas o replanteamientos.
La revisión bibliográfica es, por tanto, imprescindible, ya que constituye:
Ahora es el momento de delimitar el tema, plantear claramente la cuestión que vamos a estudiar y escribir claramente la pregunta de la investigación. Debe ser clara, concisa, sin ambigüedades, subjetividades ni retóricas. Se resumiría diciendo que la pregunta debe ser factible, interesante, novedosa, ética y relevante4.
Debemos conocer pronto los límites y los problemas prácticos del estudio de una pregunta para evitar invertir mucho tiempo y esfuerzo en investigaciones impracticables para nosotros.
Tener clara la pregunta lleva implícito tener claro el objetivo principal de la investigación, que es la esencia del estudio, y en función de este se diseñará el tipo de estudio (descriptivo o analítico).
Debemos tener en cuenta que, a veces, para un mismo problema pueden hacerse distintas preguntas, de manera que los diseños pueden ser diferentes y los resultados o respuestas a esas preguntas también, de ahí la importancia de tener claro qué queremos saber y formular bien la pregunta.
En otras ocasiones, la pregunta, más que un objetivo, plantea una hipótesis. Una hipótesis es una verdad provisional: una explicación anticipativa de la relación entre dos o más variables. El trabajo se dirigirá a demostrar si esa verdad es cierta o no, lo cual precisará un diseño analítico, nunca descriptivo. La enunciación como hipótesis solo está justificada en los estudios analíticos con un modelo teórico muy elaborado5.
La selección de la pregunta de investigación es tan importante que a veces se puede incurrir en lo que se llama error de tipo cuatro: resolver un problema que no merece la pena ser resuelto6.
La habilidad para desarrollar una buena hipótesis es un acto creativo en el que hay que sintetizar la información disponible de forma diferente y original7 (figura 1).
Figura 1. Mostrar/ocultar
En una etapa muy inicial, es útil redactar la pregunta de investigación y un esbozo breve, de una página, del plan de estudio. Ello fuerza a aclarar las ideas y ayuda a descubrir problemas específicos que requieren atención. La revisión de este plan inicial de estudio por parte de otros compañeros es muy útil para recibir sugerencias y advertencias oportunas.
Hasta aquí es lo que se conoce con el nombre de fase preliminar de una investigación, a continuación vendría la fase de planificación y diseño, que comienza con la elección del diseño más adecuado para la pregunta.
Los distintos tipos de estudio pueden clasificarse atendiendo a distintos aspectos (tabla 2):
Tabla 2. Mostrar/ocultar
En el longitudinal estudiamos el fenómeno en dos momentos diferentes de tiempo, independientemente de cuándo recojamos los datos.
Si partimos de un grupo no enfermo, describimos sus posibles factores de riesgo y lo seguimos en el tiempo para saber si sus miembros enferman o no, y cuándo y cómo lo hacen, estamos ante un estudio de cohortes.
Si, por el contrario, parto del desenlace, es decir, de sujetos enfermos y los comparo con un grupo que no está enfermo, estudiando sus diferencias y semejanzas, se trataría de un estudio de casos y controles.
En resumen, para describir un fenómeno, puedo hacerlo en un momento determinado (transversal) o siguiendo el fenómeno a lo largo del tiempo (longitudinal). Ejemplos de estudios descriptivos transversales son las series de casos, los estudios de prevalencia, los estudios de concordancia o el estudio de validez de una prueba diagnóstica. Los estudios descriptivos longitudinales servirán para calcular la incidencia de un fenómeno o para el seguimiento de una cohorte8 (figura 2).
Figura 2. Mostrar/ocultar
Si lo que pretendo es relacionar fenómenos, estaré ante un estudio analítico, que podrá ser experimental, si introducimos una intervención, o sencillamente observacional. Los estudios analíticos observacionales (casos y controles, y estudio de cohortes) sirven para establecer relaciones de causalidad o factores de riesgo, mientras que los experimentales (ensayo controlado, no controlado, cuasiexperimentales) servirán para valorar la eficacia de la intervención estudiada.