La ictericia es un signo clínico caracterizado por la pigmentación amarillenta de la piel y mucosas ocasionada por un aumento del nivel de bilirrubina sérica. Clínicamente, se observa en el recién nacido (RN) cuando la bilirrubinemia sobrepasa la cifra de 5 mg/dl.
Se trata de una condición común en el periodo neonatal, que puede afectar a un 40-60% de los nacidos a término y hasta el 80% de los prematuros durante la primera semana de vida1.
Aunque mayoritariamente se trata de un hecho fisiológico que cursa como un proceso benigno y autolimitado, es importante saber identificar a los RN que pueden desarrollar hiperbilirrubinemia grave o precisar tratamiento inmediato. El alta precoz en las maternidades y el hecho de que el pico máximo de bilirrubina se alcance entre el tercer y el sexto día de vida (y hasta en una semana en RN pretérmino de 35-38 semanas de gestación) sitúa el problema de valoración y seguimiento de la ictericia neonatal en Atención Primaria2.
Por ello, es importante considerar: a) cuando la ictericia de un RN puede deberse a una causa patológica (tabla 1) 3; b) cuáles son los RN de mayor riesgo; c) en qué casos es suficiente un seguimiento clínico de la ictericia o, por el contrario, cuándo es necesario realizar determinaciones de bilirrubina sérica y otras pruebas complementarias.
Tabla 1. Mostrar/ocultar
Está causada por una hiperbilirrubinemia de predominio indirecto secundaria a inmadurez hepática y a la suma de una serie de factores que determinan mayor producción de bilirrubina en el neonato: poliglobulia, menor vida media de los hematíes, aumento de la circulación enterohepática, etc.
Se caracteriza por ser: monosintomática y a expensas, de forma casi exclusiva, de bilirrubina indirecta; visible a partir del segundo día de vida, se resuelve antes de siete o diez días en el RN a término (dos semanas en el prematuro); y leve (los niveles de bilirrubina sérica alcanzan valores máximos de 13 mg/dl en el RN a término -hasta 17 mg/dl en aquellos alimentados con leche materna-)3. Normalmente, no requiere tratamiento.
Es la ictericia que persiste más allá de los primeros 14 días en nacidos a término y de 21 días en prematuros; se observa con frecuencia en bebés alimentados con lactancia materna.
Pero la ictericia prolongada puede ser, también, secundaria a una enfermedad hepatobiliar subyacente y debe evaluarse cuidadosamente1. Tiene especial importancia descartar la ictericia colestásica, que siempre es patológica y precisa una identificación precoz, ya que conlleva daño hepático o de vías biliares y requiere tratamiento quirúrgico urgente4.
Por último, la ictericia de aparición tardía, que es aquella que se presenta después de la primera semana de vida. Debe hacernos pensar en otras posibles causas de ictericia y evaluar las condiciones generales del niño, buscando signos de infección o de colestasis (presencia de coluria y acolia).
Hay evidencias para considerar que hay un mayor riesgo de hiperbilirrubinemia significativa en aquellos RN con:
Las guías clínicas actuales también consideran “la intención de la madre para dar lactancia materna exclusiva” como un factor de riesgo asociado, ante la eventualidad de que un aporte calórico inadecuado por dificultades o retraso en el inicio de la lactancia pueda ser causa de un incremento mayor en los valores de bilirrubina indirecta. Esta recomendación tiene el sentido práctico de promover y adoptar las medidas de apoyo necesarias para asegurar una lactancia materna exitosa desde las primeras horas de vida (tanto en paritorio como en las diversas estancias hospitalarias y tras el alta de la maternidad).
Otros factores como la etnia (raza negra u origen asiático oriental) o la presencia de cefalohematoma se han asociado tradicionalmente con hiperbilirrubinemia, pero no hay datos concluyentes para considerarlos factores de riesgo.
Las causas más frecuentes de ictericia en el periodo neonatal son la ictericia fisiológica y la ictericia por leche materna; y las patologías de mayor relevancia clínica: la incompatibilidad de grupo sanguíneo cuando hay ictericia precoz y la ictericia colestásica en las formas prolongadas. Sin embargo, otras muchas circunstancias pueden producir ictericia en esta época de la vida (tabla 2)3,5.
Tabla 2. Mostrar/ocultar
La prolongación de la hiperbilirrubinemia indirecta hasta el mes de edad en RN a término y sanos que son alimentados al pecho se considera otra forma habitualmente benigna de ictericia neonatal; aunque puede superponerse a otras causas de ictericia.
Se han postulado diversos mecanismos patogénicos relacionados con la presencia de algunos factores en la leche materna, como niveles elevados de beta-glucoronidasa, que favorecería un aumento de la circulación enterohepática de la bilirrubina, o un mayor contenido en grasas (lipasas), que dificultaría su excreción hepática5.
Se trata de una ictericia asintomática (RN sano que se alimenta bien), de inicio entre el tercer y el sexto día de vida y resolución lenta (puede prolongarse hasta el segundo mes de vida). Aunque algunos casos pueden alcanzar valores altos de bilirrubina (hasta 20 mg/dl en la segunda o tercera semana), el diagnóstico es clínico tras la exclusión de otras causas; y no requiere tratamiento específico.
Es consecuencia de una isoinmunización materna, en la que se desarrollan anticuerpos contra antígenos de membrana de los hematíes fetales, en respuesta a un contacto previo de la madre con dicho antígeno. Se manifiesta con ictericia visible en el primer día de vida y es siempre patológica.
Los neonatos con hemólisis por isoinmunización Rh presentan anemia e ictericia graves, con elevación rápida de bilirrubina, difícil de controlar con fototerapia, y riesgo alto de daño neurológico. La incompatibilidad ABO puede causar una hemólisis menos intensa.
En la actualidad, esta situación suele estar controlada prenatalmente, con determinación de grupo sanguíneo y test de Coombs indirecto a toda mujer gestante durante la primera visita, y la administración de gammaglobulina anti-D a aquellas con grupo Rh(–) y pareja Rh(+).
La causa más grave de ictericia con hiperbilirrubinemia conjugada en el periodo neonatal es la ictericia colestásica, ocasionada por el fallo de excreción de bilirrubina conjugada desde los hepatocitos al duodeno; puede ser de origen extrahepático o intrahepático, aunque en el periodo neonatal puede ser mixta.
El primer enfoque diagnóstico del síndrome colestásico va dirigido a determinar si se trata de una atresia biliar o de una colestasis secundaria a un daño hepatocelular.
La atresia de vías biliares se debe a la obliteración del árbol biliar, que puede ser total o parcial; no se conoce su etiología y tiene una incidencia de 1:8000 a 1:15 000 RN vivos. Constituye una urgencia diagnóstica, ya que el pronóstico depende del tratamiento precoz.
Clínicamente, se caracteriza por una ictericia colestásica desde los primeros días o semanas de vida, que apenas compromete el estado general ni la ganancia ponderal del neonato. Son RN aparentemente sanos con una ictericia leve o moderada (bilirrubina total de 8-10 mg/l), que puede sumarse a la ictericia fisiológica o por leche materna; y que presentan deposiciones hipo- o acólicas y coluria. En el examen físico podemos encontrar una hepatomegalia leve, y después de los dos meses se puede identificar una esplenomegalia. El tratamiento es quirúrgico, con resección de la vía biliar atrésica y anastomosis bilio digestiva (intervención de Kasai); el éxito depende de la edad en que se realice, siendo mejor cuando se hace antes de las ocho semanas de vida; de lo contrario, evolucionan a cirrosis e insuficiencia hepática precoz, incrementando las posibilidades de precisar un trasplante hepático4.
Descartada la ictericia del primer día de vida, que es siempre patológica, la mayoría de los casos de ictericia neonatal que se presentan en Atención Primaria tienen un curso leve y autolimitado, generalmente debidos a ictericia fisiológica y/o ictericia por leche materna, si bien es importante evaluar el grado de ictericia y determinar cuándo es necesario un seguimiento clínico o la realización de estudios complementarios.
Así, en todos los casos debemos hacer las siguientes actuaciones:
A veces no es fácil detectar el cambio de coloración, sobre todo en bebés de piel oscura o con policitemia, y en aquellos con piel clara que parecen “bronceados”. Es necesario evaluar la ictericia neonatal con el RN desnudo y en una habitación bien iluminada, preferentemente bajo luz natural, presionando una zona de la piel (a menudo la nariz) y evaluando la esclerótica ocular y el paladar.
Algunos autores consideran que se puede hacer una estimación aproximada de los niveles de bilirrubina en sangre de acuerdo con la extensión cutánea de la ictericia, que sigue una progresión cefalocaudal (figura 1); sin embargo, este método de cribado resulta poco fiable para descartar hiperbilirrubinemia neonatal significativa, especialmente en los primeros días de vida6. Además, en la ictericia causada por enfermedad hepática, el nivel de bilirrubina total es variable y el grado de ictericia no se correlaciona con la severidad del proceso.
Figura 1. Mostrar/ocultar
En todo RN con ictericia debemos, en primer lugar, evaluar factores de riesgo asociados con mayor probabilidad de producir hiperbilirrubinemia severa tras el nacimiento, como la edad gestacional, el momento de inicio de la ictericia o la existencia de antecedentes familiares y otros factores perinatales.
La anamnesis dirigida debe recoger los siguientes datos:
La decisión de solicitar niveles de bilirrubina sérica depende del momento de aparición de la ictericia y de su evolución9.