La presencia de cuerpos extraños en la vía respiratoria superior y en el oído constituyen un motivo frecuente de consulta urgente en pediatría, siendo importante su diagnóstico precoz para evitar complicaciones. A nivel faríngeo, por lo general, no se produce un retraso diagnóstico por las molestias que provoca, sin embargo, a nivel nasal y/o ótico, puede ser un hallazgo incidental que ha pasado inadvertido para los padres o los cuidadores, y solo es comunicado ante la presencia de molestias o por temor a no poder extraerlo por él mismo1.
La vía respiratoria superior comprende la cavidad nasal y la faringe. En Atención Primaria los intentos de remoción deben centrarse en la zona anterior nasal, las amígdalas palatinas y la base lingual.
Los cuerpos extraños nasales más frecuentemente introducidos son: gomas de borrar, piedras, fichas de juego, trozos de esponja, bolas de papel, plastilina, vegetales y pilas tipo botón. En estos dos últimos casos, la extracción debe ser lo más inmediata y eficaz posible, ya que con la humedad, los vegetales aumentan de tamaño, y las pilas tipo botón provocan una destrucción tisular precoz2. La ubicación más habitual es en suelo de la fosa, a nivel de meato inferior. El resto de localizaciones: meato medio o techo nasal, son infrecuentes, y en ocasiones son resultado del intento fallido de extracción por el uso de material inadecuado3.
La sintomatología que puede provocar un cuerpo extraño nasal dependerá del tamaño, de la superficie del mismo y del tiempo de evolución. Cuando el objeto introducido no es de gran tamaño y su superficie es lisa y sin aristas, la mucosa nasal soporta bien la agresión durante un tiempo, y el niño permanece asintomático hasta que comienza con rinorrea unilateral purulenta y fétida, e insuficiencia respiratoria nasal ipsilateral resistente al tratamiento médico convencional. El diagnóstico también puede ser casual, al objetivarse en una radiografía de senos solicitada por otra razón, siempre que sea radiopaco de origen, o por el depósito de sales minerales a lo largo de los años, formando un rinolito2. Sin embargo si el cuerpo extraño es de gran tamaño, irregular o irritante, se manifestará por obstrucción nasal unilateral, estornudos de repetición, prurito, escozor, secreción, que puede ser sanguinolenta, e incluso manifestarse por una epistaxis.
Ante la sospecha de un cuerpo extraño en la fosa nasal se debe realizar una exploración cuidadosa y dirigida (Figura 1). En caso de ser de reciente la introducción, suele haber certeza de su presencia y de la fosa en la que se encuentra alojado, bien porque se le ha visto introducirse el objeto o por que el niño lo dice. En los de larga evolución, la sintomatología orientará sobre la fosa nasal afectada.
Figura 1. Mostrar/ocultar
Material mínimo necesario que precisa el pediatra para extraer los cuerpos extraños nasales2,4 (Figura 2):
Figura 2. Mostrar/ocultar
Para la extracción de los cuerpos extraños nasales, faríngeos y óticos, se prefiere que el niño se siente en el regazo de un familiar (lo que le proporciona cierta altura y permite sujetarle en caso de necesidad). Si fuera necesario inmovilizarle, podría hacerse mientras es sostenido en brazos por uno de sus padres o un ayudante, quien con una mano lo abrazará firmemente contra su abdomen y con la otra sostendrá la cabeza unida a su pecho o al hombro. La cabeza la situarán de frente para la exploración nasal y faríngea, y lateralmente para la exploración del oído. Si posteriormente fuera necesario aumentar la presa, se pueden sujetar las piernas entre los muslos del adulto. Dado el riesgo de aspiración del cuerpo extraño nasal, no se debe explorar con el paciente tumbado.
El explorador se ha de colocar frente al niño a unos 25 cm de la cara, enfocando el haz de luz para que converja en un punto. Inicialmente, se exploran ambas fosas nasales con visión directa, elevando la punta del lóbulo nasal con un dedo, en busca del probable cuerpo extraño. En caso de necesitar una visión más profunda, se realiza la rinoscopia5. Si hay congestión de la mucosa nasal se aplica mediante algodón un vasoconstrictor solo (tipo oximetazolina o fenilefrina), o con anestesia (tipo adrenalina 1/100.000 y Lidocaina 2%), durante 2-5 minutos, lo que permite dejar la fosa nasal más permeable, y facilitar la extracción del cuerpo extraño3.
Si se confirma la presencia del cuerpo extraño, se procede a su extracción teniendo en cuenta las características del mismo (tamaño, superficie y naturaleza).
Figura 3. Mostrar/ocultar
Indicaciones, contraindicaciones y riesgos, ver Tabla 1.
Tabla 1. Mostrar/ocultar
Tras la extracción se debe asegurar que no exista un segundo cuerpo extraño, por lo que se deber revisar la fosa nasal. En principio, no se precisa emplear tratamiento medicamentoso tras la extracción, aunque dependerá del estado de la mucosa y del tiempo de evolución; en estos casos pueden ser necesario la realización de lavados nasales con suero fisiológico, asociados o no al empleo de tratamiento antibiótico tópico o sistémico.
La faringe se encuentra localizada en una encrucijada aéreodigestiva, entre la base de cráneo y la sexta vértebra cervical (C6), y se divide en tres zonas: superior o rino/nasofaringe o cavum, media u orofaringe (amígdalas palatinas y lingual) e inferior o hipofaringe (senos piriformes)3. Las espinas de pescado, huesos pequeños, cáscaras de pipa o “palos” de orégano, son los cuerpos extraños encontrados con mayor frecuencia a nivel oro e hipofaríngeo. La actuación en Atención Primaria debe ser inmediata, para evitar la migración del cuerpo extraño, el edema o la abscesificación de la zona enclavada, pero los intentos de remoción debe centrarse en las amígdalas palatinas y en la lingual, también denominada base de lengua.
La sintomatología principal es el dolor faríngeo que se acentúa con la deglución (odinofagia), y cuyo inicio se relaciona con la ingesta de un alimento (pescado, pollo, pipas,etc). En los niños pequeños la ingestión puede ser accidental, y se sospechará por la presencia de sialorrea, o por la negación y/o el llanto al intentar ingerir alimentos6,7.
En primer lugar, se preguntará por el tipo de alimento ingerido, si se trata de pescado, el tipo y el tamaño de la espina, el tiempo que ha transcurrido desde la ingesta, y la relación o no de las molestias con la ingesta (Figura 4).
Figura 4. Mostrar/ocultar
Material mínimo necesario que precisa el pediatra en estos casos (Figura 5):
Figura 5. Mostrar/ocultar
Se debe sentar al niño en la posición descrita previamente para la exploración nasal, y sin tragar saliva, que se señale, por fuera, donde nota el cuerpo extraño. Si puede localizar la molestia a punta de dedo, y nota un “pinchazo” en la zona, que aumenta con la deglución, la sospecha de cuerpo extraño es alta; por el contrario, si las molestias son difusas, la sospecha disminuye. En general, en los niños no amigdalectomizados, el cuerpo extraño se aloja en las criptas de las amígdalas, que suelen ser hipertróficas a esta edad, y refieren la molestia a nivel submaxilar. Por el contrario, cuando han sido sometidos a amigdalectomía, el cuerpo extraño suele enclavarse en la amígdala lingual, y refieren una molestia a nivel submentoniano. Las molestias cervicales centrales, que se exacerban con el craqueo laríngeo (movimiento de deslizamiento lateral de la laringe sobre la columna vertebral), orientan a que el cuerpo extraño se encuentra en la hipofaringe (senos piriformes).
A continuación, se realiza la exploración utilizando la luz frontal (fotóforo), sosteniendo en la mano derecha el depresor lingual y en la izquierda la pinza de bayoneta o de oído; en caso de no disponer de fotóforo, un ayudante proyectará una luz externa o se empleará una lámpara de pie para poder actuar con ambas manos. Se le pedirá al niño que abra la boca voluntariamente, y se intentará visualizar la cavidad oral y la orofaringe; si la visión es dificultosa y se precisa emplear el depresor lingual, solo se deprimirá inicialmente por delante de la “V” lingual, para evitar el reflejo nauseoso, pero si se precisa ver la base lingual, se introducirá algo más de lo recomendado, basculando su extremo hacía abajo (Figura 6).
Figura 6. Mostrar/ocultar
Si el cuerpo extraño no se visualiza, se palpará con el dedo índice la amígdala palatina y la lingual para intentar detectar el resalte que produce el material extraño y ubicarlo con precisión7.
Si a pesar de todas estas maniobras no se ve el cuerpo extraño y existe una alta sospecha de su presencia, deberá ser derivado al otorrinolaringólogo para realizar una laringoscopia indirecta con espejillo, y proceder a su extracción con pinzas con curvatura acentuada (Mixter) o nasofibroscopia con canal de trabajo.
Si el cuerpo extraño se visualiza y es accesible a una pinza de bayoneta o de oído, se realizará la extracción del mismo; en caso de existir un gran reflejo nauseoso, se puede aplicar Lidocaina tópica en la zona, para mitigar la náusea y facilitar la extracción.
Indicaciones, contraindicaciones y riesgos, referidas en la Tabla 1.
Si el enclavamiento del cuerpo extraño es reciente y no se observa inflamación de la zona no se precisa de tratamiento alguno, pero si lleva enclavado más de 24 horas y existen signos sugestivos de infección, se pautará tratamiento antibiótico para prevenir complicaciones (abscesos retro y parafaríngeos).
Los cuerpos extraños en el conducto auditivo externo (CAE) son más frecuentes en los menores de 6 años, y en disminuidos psíquicos de cualquier edad. Engloban todo material que es introducido a través del meato auditivo externo, por lo que queda excluido el cerumen y las descamaciones epidérmicas que se pueden encontrar a ese nivel. Pueden ser animados, insectos que entran accidentalmente en el CAE, o inanimados, de tipo vegetal (semillas, legumbres, etc.) o inertes (piedras, minas de lápiz, bolitas de papel, cuentas de collar, algodón, pilas tipo botón, tapones de silicona, tubos de ventilación extraídos, etc)8. Habitualmente se localizan en la estrechez que existe a nivel de la unión de la zona ósea con la cartilaginosa3, pero en ocasiones, puede alojarse en el surco timpánico o llegar a impactarse en la membrana timpánica, desgarrándola e incluso introducirse en el oído medio. La presencia de un cuerpo extraño en el CAE no es una emergencia, y solo supone una urgencia cuando se trata de objetos enclavados que protruyen fuera del CAE, o de pilas tipo botón, por su efecto corrosivo8.
Si la introducción del cuerpo extraño ha sido casual, no traumática, y no ha sido detectada por los familiares, puede permanecer tiempo sin provocar síntomas, y ser un hallazgo casual; en ocasiones puede ser diagnosticado cuando con el tiempo obstruye por completo el CAE, por el acúmulo de cerumen sobre el cuerpo extraño, provocando taponamiento ótico e hipoacusia, o bien comience con otorrea-otorragia y otalgia por inflamación del CAE, o conlleve la producción de tos por irritación de la rama auricular del vago9. Los insectos vivos ocasionan síntomas muy molestos y causan dolor, picor y acúfenos; también es frecuente que su presencia lleve al niño a realizar “sacudidas” frecuentes de la cabeza.
La confirmación diagnóstica de la sospecha de un cuerpo extraño en el CAE se realizará mediante otoscopia, que será siempre bilateral (Figura 7).
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Material mínimo necesario que se precisa para su extracción (Figura 8):
Figura 8. Mostrar/ocultar
La exploración se realiza preferiblemente sentado, como se describió en el apartado de las fosas nasales, aunque puede explorarse también tumbado5; si no colabora, puede envolvérsele en una sabanilla que fije desde los brazos al tronco, y precisar dos ayudantes, uno para sostener el cuerpo y otro la cabeza10. La visión se realizará a través del otoscopio o directamente con la fuente de luz, tras la tracción del pabellón hacía abajo y atrás (Figura 9).
Figura 9. Mostrar/ocultar
El intento de extracción en los casos contraindicados, la falta de experiencia y de material adecuado, conlleva el riesgo de yatrogenia, debido a que la manipulación de objetos en la porción ósea del CAE es más dolorosa y se asocia a un mayor riesgo de sangrado; por todo lo anterior, se recomienda que después de un primer intento que resulte doloroso, sea remitido el paciente al otorrinolaringólogo para la extracción del cuerpo extraño bajo sedación.
Si la extracción ha sido atraumática no se precisa de tratamiento alguno, pero si se ha producido alguna lesión en el CAE o en la membrana timpánica, se recomienda evitar la entrada de agua en el oído hasta su curación, pautar gotas tópicas de antibiótico con o sin corticoide, dependiendo del componente inflamatorio, durante una semana.
Capítulo de la 4ª Edición (2006) del libro Diagnóstico y Tratamiento de Urgencias Pediátricas de F. Javier Benito, Santiago Mintegi, J. Sanchez Etxaniz, incluído en la página de las urgencias pediátricas del Hospital de Cruces, en el que resume con gran sencillez y precisión, las indicaciones, contraindicaciones, complicaciones, el equipo necesario y técnica a seguir en la extracción de cuerpos extraños nasales y óticos, en el ámbito del pediatra de Urgencia.