Uno de los principales papeles del pediatra de Atención Primaria es educar en salud. Para ello puede realizar una intervención educativa puntual en una consulta rutinaria o intervenciones más programadas que pueden ser individuales o grupales.
El consejo breve individual es un medio rentable de crear hábitos saludables. Para que sea más eficaz tiene que estar sistematizado: preguntar sobre un comportamiento, dar el consejo de cambio, entregar material informativo y ofrecer apoyo.
La educación para la salud (EpS) individual se realiza mediante sesiones educativas en la consulta. Se pueden utilizar diferentes métodos y técnicas para favorecer un aprendizaje significativo dependiendo de los objetivos, los contenidos y las características del propio paciente. Para planificar la EpS se realiza primero un análisis de la situación, después se plantean los objetivos y contenidos, se decide un método para conseguirlos y, por último, se evalúan los resultados obtenidos.
El aumento de la morbilidad en la sociedad actual está asociado a los comportamientos y estilos de vida adquiridos en la infancia y adolescencia. Son ejemplos de ello una dieta inapropiada o el sedentarismo, que pueden conducir a obesidad, diabetes, cáncer o accidentes cardiovasculares, o ciertos hábitos de riesgo que pueden llevar a embarazos en adolescentes, consumo de drogas, alcohol o tabaco, accidentes o violencia. Por ello es necesario promover el aprendizaje de estilos de vida saludables en la infancia y adolescencia, fomentando unas relaciones y hábitos sanos a nivel personal, familiar y escolar. Esto se puede llevar a cabo desde diferentes ámbitos, como las escuelas, los medios de comunicación, los centros de salud, etc.
Uno de los papeles de los profesionales sanitarios de Atención Primaria es educar en salud. Esta actividad se puede hacer en las consultas a demanda o programadas, potenciando el autocuidado y la práctica de hábitos saludables, siendo uno de sus pilares básicos el consejo de salud. El profesional sanitario puede participar de distintas formas en la EpS, desde una intervención puntual en una consulta a intervenciones más programadas, tanto individuales como grupales.
Está demostrado que un asesoramiento breve ofrecido por los profesionales sanitarios individualmente es un medio rentable de ayudar a crear hábitos saludables. Por ello, la EpS no debe ser una actividad diferenciada, sino un instrumento más en el trabajo cotidiano en las consultas.
En 1983 la Organización Mundial de la Salud definió la EpS como cualquier combinación de actividades informativas y educativas que lleven a una situación en la que las personas deseen estar sanas, sepan cómo hacerlo, hagan todo lo posible individual y colectivamente para mantenerse sanas y busquen ayuda cuando la necesiten.
El objetivo de la EpS es que los conocimientos pasen a formar parte permanentemente en el estilo de vida de la persona, es decir, que el conocimiento se transforme en cultura para que se traduzca en conducta. Si el conocimiento se adquiere porque ha sido “ordenado” por el profesional, puede ser rechazado por el receptor y no llegar a hacerse cultura. Por ello, para que se modifique una conducta relacionada con la salud hay que tener en cuenta lo que las personas entienden por salud, de qué manera creen que se puede alcanzar y la importancia que dan a un comportamiento saludable en su vida diaria.
Por tanto, la finalidad de la EpS no es tanto llevar a cabo unos comportamientos definidos y prescritos por el experto, sino facilitar que las personas utilicen sus propios recursos y desarrollen capacidades que les permitan tomar decisiones conscientes y autónomas sobre su propia salud. Para ello es fundamental un aprendizaje significativo, en el que la persona es activa en su propio aprendizaje. La persona parte de sus valores, experiencias, actitudes y conocimientos, después reflexiona y, por último, los reorganiza y modifica según las nuevas informaciones y experiencias que se dan en el proceso educativo.
A continuación se revisan las características de este proceso educativo, centrándonos en la educación individual, tanto en el consejo de salud como en la EpS individual propiamente dicha.
Hay cuatro tipos de intervención en EpS, según el ámbito de actuación:
Tanto la EpS individual como grupal son útiles y se realizan por separado, pero no son excluyentes sino complementarias. La elección del tipo de intervención va a depender del grupo y/o de los problemas de salud.
En la EpS individual es más fácil individualizar los contenidos y el proceso de aprendizaje. Se hace por medio de sesiones educativas en consulta médica o de Enfermería. Es la más apropiada tras el diagnóstico de alguna patología o situación que requiera un cambio de comportamiento. Se pueden distinguir tres fases:
Su objetivo es promover el interés del paciente hacia el cuidado de su salud. Se pueden utilizar distintas técnicas, como la demostración, la exposición, el entrenamiento personalizado, la autoobservación, la información o la discusión interactiva.
La EpS grupal tiene más eficacia educativa, pero nunca debe sustituir a la EpS individual, sino que son complementarias. La EpS individual está más indicada en las fases iniciales y la grupal en fases posteriores del proceso educativo. Se podría decir que la EpS grupal es un refuerzo de la individual.
La educación busca que las personas sean capaces de tomar decisiones libres y autónomas sobre su comportamiento. Para ello comprende tres aspectos: informativo (se generan conocimientos), motivacional (se generan actitudes proclives a un cambio de comportamiento) y persuasivo (afectan directamente al comportamiento).
A la hora de educar en salud hay que tener en cuenta cómo se suceden los cambios en el paciente y en qué momento personal se encuentra respecto a un cambio de comportamiento. Según el modelo de las etapas del cambio de Proschaska y Di Clemente, los cambios de conducta en un proceso educativo son como una espiral en la que hay pasos hacia delante y hacia atrás, dependiendo de la progresión o recaídas que ocurran. Según en qué fase esté el paciente, se aplicarán diferentes técnicas educativas. Consta de cinco etapas:
Por otro lado, según Turibián, para modificar un comportamiento hay cinco requisitos:
La EpS ha de seguir un modelo bidireccional de pedagogía activa, donde la enseñanza es el resultado de un intercambio de conocimientos entre dos o más personas. El conocimiento va desde el educador al educando y viceversa, no sirve solo con asimilar información (Tabla 1). Es preciso un aprendizaje significativo, que sea eficaz, permanente, real y útil. El educando parte de sus experiencias, conocimientos y creencias. Después profundiza en el problema, reorganizando conocimientos, analizando los aspectos del tema y reflexionando sobre el área emocional. Por último, se actúa sobre su situación (decidir qué hacer con su realidad, desarrollar recursos y habilidades, realizarlas en la vida real y evaluarlas).
Tabla 1. Mostrar/ocultar
Desde el punto de vista práctico, se trata de escuchar antes de dar la “charla”, ayudar a pensar más que pensar por ellos y no dar soluciones sino facilitar que encuentren las suyas propias. No se trata de “prescribir” comportamientos sino de promoverlos. Deberíamos reflexionar sobre si estamos más pendientes de nuestra “sabiduría” y actividades clínicas que de nuestra sensibilidad interpersonal. Convendría evitar una relación de dominación por nuestra parte o de dependencia por parte del paciente.
El método educativo más utilizado en Atención Primaria es el diálogo entre paciente y profesional, combinando elementos de la entrevista clínica y elementos educativos. Este diálogo debe seguir una serie de reglas y principios (Tablas 2 y 3).
Tabla 2. Mostrar/ocultar
Tabla 3. Mostrar/ocultar
El consejo de salud es un elemento de la educación que orienta hacia la adopción de cambios voluntarios en el comportamiento con un impacto positivo en la salud. Es considerado una estrategia fundamental para mejorar la salud de las personas.
Normalmente, en la consulta nos encontramos con problemas de salud “orgánicos” que no plantean conflictos comunicativos (por ejemplo, informamos sobre una amigdalitis y recomendamos un tratamiento). Sin embargo, a veces los problemas tienen que ver con aspectos culturales que precisan cambios de creencias, costumbres o actitudes y sí pueden generar conflictos o resistencias (por ejemplo, alimentación inadecuada, tabaquismo, búsqueda del fármaco “milagroso”). En estos casos hace falta una intervención educativa y las circunstancias solo permiten que sea breve. Es en estas situaciones cuando se suele utilizar el consejo de salud individual, en que se hace una intervención breve, de unos 2-10 minutos, y se estimula al paciente a que piense sobre ello o que haga algún cambio en su estilo de vida.
El consejo sobre estilos de vida se enfrenta a algunas dificultades en Atención Primaria: el profesional espera “éxitos terapéuticos” y el paciente espera más un “tratamiento” que un consejo, muchos pacientes no tienen disposición de asumir su responsabilidad sobre su propia salud y, por último, los profesionales sanitarios no han recibido formación adecuada para “tratar” problemas de estilo de vida.
El consejo requiere de habilidad personal y será más eficaz si tiene cierta técnica o sistematización. Esta sistematización consta de cuatro pasos:
Antes de recibir información, las preguntas van a incitar al paciente a pensar sobre su situación personal. Es aconsejable que las responda en voz alta, ya que la verbalización de una preocupación y de la necesidad de resolverla es el elemento más importante para provocar una decisión. Además, al educador le va a ayudar a orientar el consejo de salud más apropiado para ese paciente. No se debería dar consejos sin una información previa del comportamiento y las creencias del paciente.
Después hay que registrar la información relativa al consejo, ya que no se recomienda repetir el consejo antes de 6-12 meses para evitar un efecto de motivación negativa.
La efectividad educativa depende más de las motivaciones que se activan en el paciente que de las intenciones del profesional. Por ello, para que el consejo sea más eficaz se recomienda que la información y motivación tengan una serie de características (Tablas 4 y 5).
Tabla 4. Mostrar/ocultar
Tabla 5. Mostrar/ocultar
Información
Motivación
El consejo es más eficaz si hay una relación de respeto, aceptación y empatía hacia el paciente. El paciente ha de adoptar una actitud activa: es el que tiene que tomar sus propias decisiones y utilizar sus propios recursos. Por ello, el profesional tiene un rol de ayuda y apoyo más que un rol prescriptivo y directivo. Una herramienta básica para el rol de ayuda es la comunicación, que incluye la recepción (escucha activa) (Tabla 6) y emisión de mensajes.
Tabla 6. Mostrar/ocultar
Dado que el consejo es breve, la entrega de material informativo aumenta el tiempo de contacto entre la información y el paciente. Generalmente es material escrito, aunque se pueden utilizar otros medios (informático, grabación...). Es recomendable explicar el material, no simplemente darlo.
Esta entrega de material permite reducir la pérdida de información que por diferentes motivos (tiempo, ansiedad del paciente, poco entendimiento...) puede ocurrir entre la emisión y recepción del mensaje. Asimismo, permite reducir la tasa de olvido de información que ocurre tras la emisión de un mensaje (Tabla 7).
Tabla 7. Mostrar/ocultar
A veces el consejo conduce fácilmente a un cambio de comportamiento, pero otras veces hace falta un apoyo para profundizar y ampliar la información, como por ejemplo actividades de educación individual o grupal.
Se realiza a través de sesiones educativas en la consulta. Las ventajas de la EpS individual son que la atención es más personalizada (el ritmo de aprendizaje se establece según el nivel del sujeto y no del proyecto educativo), que es más flexible y abierta a modificaciones y que permite una relación más cercana con el paciente (puede resolver dudas más fácilmente).
Por otro lado, las dificultades son que el proceso educativo es más lento (mayor cansancio del paciente por el aprendizaje), que el exceso de confianza entre educador y educando puede afectar a la credibilidad, el aislamiento de la persona (no contrasta sus experiencias con otras personas) y la dificultad para integrar a la familia en el aprendizaje de nuevos hábitos saludables.
Hay diferentes métodos y técnicas de EpS individual para favorecer un aprendizaje significativo dependiendo de los objetivos, de los contenidos y del propio paciente (Tabla 8).
Tabla 8. Mostrar/ocultar
Constituyen el inicio y final de la relación y el proceso educativo. Facilitan la configuración de un adecuado encuentro profesional/paciente y favorecen la motivación e implicación de la persona en su propio proceso educativo.
Estas técnicas ayudan al paciente a interiorizar su situación, a expresar, reflexionar y organizar sus sentimientos, conocimientos y experiencias. Se aborda el área cognitiva, emocional y de las habilidades.
Tabla 6. Mostrar/ocultar
Aportan conocimientos al paciente que le sirven para profundizar en su situación. Se aborda fundamentalmente el área cognitiva.
Ayudan al paciente a pensar y a encontrar sus propias soluciones. Se abordan fundamentalmente las habilidades cognitivas y el área emocional.
Ayudan a entrenarse en habilidades concretas que le sirvan para actuar sobre su situación, introducir cambios y comportarse en situaciones reales. Aborda el área de las habilidades.
Se utiliza en situaciones que conlleven fuerte carga emocional, situaciones de cambio, etc.
En EpS, el profesional tiene un papel de facilitación, de ayuda y de apoyo. Las aportaciones más importantes del educador son:
Las funciones del educador son la preparación y gestión de la sesión educativa: actividades educativas (contenidos, técnicas, recursos didácticos), el tiempo y espacio donde se realiza, el clima y las relaciones personales.
Entre ellas hay unas actitudes básicas generales:
Las actitudes más concretas se relacionan con el clima de la consulta, que refleja la relación y comunicación entre profesional y paciente. El rol del educador es crear un clima tolerante que sea útil para el aprendizaje en lugar de un clima defensivo.
La comunicación es una habilidad fundamental en EpS. Sus elementos más importantes son la transmisión de mensajes, la escucha y recepción de mensajes y la respuesta.
La programación en EpS puede ir desde un proceso concreto cerrado, donde la finalidad es la adquisición de conocimientos o habilidades, hasta trabajar en un proceso abierto, donde la finalidad es el cambio de un comportamiento. Para obtener buenos resultados, la actividad educativa hay que prepararla y programarla, no improvisarla. En primer lugar se hace un análisis de la situación, identificando las necesidades educativas. Después se plantean los objetivos y contenidos, se decide el método para conseguirlos y, por último, se evalúan los resultados obtenidos.
En toda intervención educativa se debe analizar la realidad de la que partimos, primero identificando y después priorizando las necesidades educativas sobre las que hay que actuar. Posteriormente, durante la intervención, se irán verificando y modificando estas necesidades. El impacto de un mensaje educativo es más eficaz si se produce en el momento oportuno, es decir, cuando el paciente lo necesite.
Para la programación educativa son útiles algunos datos para un diagnóstico inicial:
Los objetivos van a depender de las necesidades, los problemas, los intereses y las motivaciones priorizados en el análisis de la situación. Deben atender todos los ámbitos del aprendizaje (cognitivo, emocional y de habilidades): no solo información sino también actitudes, valores, normas y procedimientos. Una función de los objetivos es clarificar lo que se pretende hacer y orientar sobre cómo hacerlo. Informar de ellos al paciente supone un incentivo motivador que le ayuda en su formación.
Los objetivos siempre han de especificarse previamente de forma clara y fácilmente medible, ya que servirán para evaluar los resultados del programa. Es útil establecer prioridades y definir plazos. Una planificación ambigua o muy ambiciosa puede llevar al fracaso del programa y al desánimo.
Las actividades educativas se agrupan en sesiones. Hay que definir la población diana, la forma de captación (consulta, carteles...) y el desarrollo de la intervención: técnicas educativas (las más útiles según el objetivo de aprendizaje), número y duración de las sesiones, periodicidad, temporalización (fechas y horarios) y lugar.
Pretende verificar los resultados, comprobar qué objetivos se han cumplido y adecuar el proceso de enseñanza al progreso real del aprendizaje. Se debe realizar en los periodos previamente determinados. La evaluación permite corregir errores, introducir cambios y adaptaciones y, sobre todo, saber cómo incide en la salud y calidad de vida de los pacientes.
Este capítulo del libro de Pediatría de Atención Primaria se centra en el consejo de salud. Profundiza en la comunicación en la consulta de Pediatría, sus métodos y técnicas, cómo informar, los tipos de mensajes y el contexto asistencial.
Es un libro básico en educación para la salud. Intenta ser eminentemente práctico, con muchos ejemplos. Aporta guías prácticas y criterios de actuación con orientaciones para educar en salud a niños, adolescentes y sus familias.
Libro muy útil para conocer los consejos de salud que se dan en una consulta de Pediatría de Atención Primaria, las actividades de promoción de salud y prevención. Incluye un capítulo sobre metodología del consejo.