Las IDP son un grupo de enfermedades causadas por defectos en los diferentes mecanismos implicados en la respuesta inmunitaria. Son enfermedades poco frecuentes, pero en general están asociadas a una gran morbimortalidad, sobre todo si se retrasa su diagnóstico. Este es difícil, y requiere en muchas ocasiones técnicas de laboratorio complejas y/o estudios genéticos pero, en muchos casos, una anamnesis minuciosa, una exploración física completa y pruebas de laboratorio sencillas accesibles desde Atención Primaria son suficientes para identificar los pacientes que precisan de un estudio inmunológico más completo.
Las IDP son un grupo de enfermedades causadas por la alteración cuantitativa y/o funcional de los distintos mecanismos implicados en la respuesta inmunológica. Esta respuesta se puede dividir en natural o innata, y en adquirida o adaptativa (Figura 1).
Figura 1. Componentes del sistema inmunitario. Mostrar/ocultar
Son enfermedades poco frecuentes, con una incidencia estimada de 1/5000-10 000 nacimientos. El patrón de herencia es mayoritariamente autosómico recesivo (80-85% de los casos), aunque también se han descrito casos ligados al cromosoma X y de patrón autosómico dominante. La incidencia es mayor en determinadas etnias, en las que la consanguineidad es más prevalente. Existe un trastorno inmunitario mucho más frecuente, el déficit aislado de IgA, con una incidencia estimada 1/500-1000 nacidos, que en la mayoría de los casos cursa sin sintomatología.
La mayoría debutan en la infancia, pero algunas IDP se manifiestan en la edad adulta, como la inmunodeficiencia común variable (ICV), que se diagnostica fundamentalmente en la tercera o cuarta décadas de la vida.
Hasta la actualidad se han descrito alrededor de 200 déficits inmunitarios, que se clasifican en función de la estructura del sistema inmunitario afectado (Tabla 1).
Tabla 1. Clasificación de las inmunodeficiencias primarias. Mostrar/ocultar
Los pacientes afectos de IDP presentan una gran variabilidad clínica, en función del defecto inmunitario presente. El cuadro clínico más frecuente son las infecciones de repetición y/o producidas por gérmenes poco habituales.
Como queda reflejado en la clasificación de las IDP (Tabla 1), más de la mitad se producen por trastornos de los linfocitos B. En estos casos las infecciones suelen aparecer entre los cuatro y los seis meses (no antes por la presencia de Ig trasplacentarias) y son mayoritariamente producidas por bacterias encapsuladas (S. pneumoniae, H. influenzae) en el tracto respiratorio (bronquitis, neumonía) y área ORL (otitis media aguda [OMA], sinusitis). Estas infecciones son, por otro lado, muy comunes en la edad pediátrica, lo que en ocasiones dificulta el diagnóstico de IDP.
En el caso de las IDP combinadas, la sintomatología suele ser más grave y precoz, como en el caso de la inmunodeficiencia combinada grave (SCID, por sus iniciales en inglés).
Otras manifestaciones clínicas que pueden aparecer son el retraso ponderal y/o la diarrea persistente, la presencia de citopenias no explicadas, fenómenos de autoinmunidad, lesiones cutáneas de difícil control y predisposición a tumores de estirpe linfoide, entre otras.
Dada la poca especificidad de algunas de las manifestaciones clínicas (OMA, bronquitis, dermatitis…), en muchas ocasiones el diagnóstico de las IDP supone un reto para el pediatra. Además, no siempre que existe una sospecha de IDP esta se confirma. Aproximadamente la mitad de los pacientes derivados a consultas especializadas en defectos inmunológicos por sospecha de IDP no presentan ningún trastorno inmunitario.
Una anamnesis exhaustiva, una exploración física completa y minuciosa y pruebas de laboratorio sencillas (hemograma y dosificación de inmunoglobulinas) constituyen los pilares fundamentales que permitirán establecer los pacientes con riesgo de presentar una IDP y que deben ser estudiados de forma más profunda.
La presencia de infecciones de repetición, con evolución tórpida de una infección en un niño y/o en alguno de sus familiares, debe hacernos pensar en una etiología inmunitaria.
En la Tabla 2 se resumen los datos en la anamnesis que puede ser sugestivos de la presencia de una IDP, según las recomendaciones de 2006 de la Sociedad Europea de Inmunodeficiencia (ESID).
Tabla 2. Signos de alarma de inmunodeficiencia primaria en la anamnesis. Mostrar/ocultar
En la mayoría de los casos no hay un fenotipo especial. En todos los pacientes es fundamental realizar una exploración minuciosa y completa, que incluya peso, talla y perímetro cefálico.
La presencia de signos en la piel y anejos nos puede aportar datos: albinismo(sugestivo de síndrome de Chediak-Higashi, síndrome de Griscelli), eccema de difícil control (presente en el síndrome de Wiskott-Aldrich, el síndrome de híper-IgE, inmunodisregulación, poliendocrinopatía y enteropatía ligado al cromosoma X [IPEX] o SCID tipo Ommen, entre otros). La presencia de granulomas de repetición orienta a un trastorno de los fagocitos. El hallazgo de vitíligo y/o alopecia sugiere un fenómeno de autoinmunidad asociado a IDP.
En el área ORL, los pacientes con IDP pueden presentar tanto hipertrofia como ausencia de tejido amigdalar. La presencia de úlceras orales, gingivitis de repetición y/o candidiasis recurrente orienta hacia la posibilidad de una IDP. Algunas malformaciones dentales se asocian típicamente a IDP (incisivos cónicos/displasia ectodérmica anhidrótica).
La presencia de hepatoesplenomagalia, adenopatías y lesiones del área perianal y periungueal deben alertar al pediatra sobre la posibilidad de una IDP que afecta los fagocitos.
Cuando un paciente presenta alguno de los signos de alarma anteriormente citados, sería necesario realizar estudios de laboratorio. Dado que no se pueden, ni se deben, realizar todos los estudios en un enfermo, la evaluación inicial analítica más adecuada consistiría en la realización de pruebas analíticas básicas, como un hemograma y niveles de inmunoglobulinas. Una adecuada interpretación de estas pruebas puede aportar mucha información sobre los trastornos primarios del sistema inmunitario.
Hemograma
Siempre es necesario revisar todos los parámetros hematológicos y comprobar la existencia de hemogramas previos para determinar si el hallazgo es aislado y puntual o crónico (que sería más sugestivo de una IDP):
Niveles de inmunoglobulinas
Aportan datos sobre la inmunidad humoral (LB) o inmunidad combinada (LT/LB). Su interpretación es difícil antes de los 4-6 meses, debido al paso de inmunoglobulinas transplacentarias. Como en el caso del hemograma, siempre deben valorarse en función de la edad del paciente (Tabla 3).
Tabla 3. Niveles de inmunoglobulinas (mg/dl) en función de la edad. Mostrar/ocultar
En la mayoría de los casos, la combinación de los signos de alarma previamente citados y/o las alteraciones en alguna de estas pruebas de laboratorio nos permiten orientar las exploraciones de segunda línea que es necesario realizar para un diagnóstico definitivo, y que precisan de una valoración por un inmunólogo y de un laboratorio más especializado.
Se dividen en estudios cuantitativos, cualitativos y genéticos. Se ajustará la realización de unas u otras en función de la sospecha diagnóstica.
Estudios cuantitativos
Estudios cualitativos
Estudios genéticos
Se realizaran en los casos en los que esté descrita una mutación génica asociada a una IDP concreta.
En relación al tratamiento de las IDP, hay que distinguir varios niveles: