Motivo de consulta: cojera.
Antecedentes personales: no alergias medicamentosas ni alimentarias conocidas. Sin antecedentes médico-quirúrgicos de interés, ni ingresos previos. Calendario vacunal completo hasta la fecha.
Antecedentes familiares: sin interés.
Enfermedad actual: niña de 9 años que consulta a su pediatra de Atención Primaria en un primer momento por dolor a la deambulación y cojera de 2 días de evolución. Afebril en todo momento. No recuerda clínica catarral en las semanas previas ni refiere síntomas asociados en el momento actual. Niega traumatismo o movimiento brusco previamente. Ante la ausencia de datos de alarma y la exploración física sin hallazgos patológicos, salvo mínima limitación de la movilidad pasiva de flexión de cadera izquierda, se decide iniciar tratamiento antiinflamatorio ante la sospecha de tenosinovitis transitoria de cadera. Se explican los signos de alarma ante los cuales debe consultar de nuevo: fiebre y empeoramiento del estado general, principalmente.
A las 48 horas vuelve a consultar por empeoramiento de la cojera y aparición de pico febril de hasta 38,9 °C junto con malestar general. Ante la sospecha de cojera de causa infecciosa, se decide derivar al hospital para realización de analítica de sangre y prueba de imagen.
Exploración física: regular estado general. Solo llama la atención la limitación a la movilidad activa y pasiva de cadera izquierda en la rotación interna con Rolling positivo, sin cambios inflamatorios superficiales. Sin alteraciones en otras articulaciones. Resto de exploración sin hallazgos significativos.
Pruebas complementarias:
Figura 1. Imagen de resonancia magnética nuclear en secuencia T2 con contraste de gadolinio donde se observa colección intramuscular hipointensa a nivel del músculo obturador interno sugestiva de absceso intramuscular. Mostrar/ocultar
Figura 2. Imagen de resonancia magnética nuclear en secuencia T1 donde se observa hiperrealce a nivel de tercio proximal del obturador interno sugestiva de piomiositis. Mostrar/ocultar
Juicio clínico: ante la evolución del cuadro, la ausencia de respuesta al tratamiento antiinflamatorio inicial, la presencia de elevación de RFA y los hallazgos radiológicos, se puede afirmar que se trata de una piomiositis del músculo obturador interno secundario a una osteomielitis del hueso iliaco ipsilateral.
La osteomielitis es una inflamación ósea causada por una infección bacteriana o fúngica. La forma más frecuente de presentación en la infancia es la osteomielitis aguda hematógena, aunque también se puede presentar secundaria a infecciones en tejidos contiguos, tras traumatismos con fractura abierta, después de cirugía ortopédica...1
La osteomielitis aguda hematógena se produce en el contexto de una bacteriemia, sintomática o asintomática, que se extiende por la metáfisis de huesos largos, principalmente. La mayoría aparecen en: fémur (30%), tibia (22%) y húmero (12%). Hasta en un 30% de los casos puede precederse de un traumatismo1.
El microorganismo más implicado en la osteomielitis aguda es el Staphylococcus aureus, que se observa en el 70-90% de los casos. En los menores de 5 años es importante tener en cuenta el aumento de la incidencia de infecciones por Kingella kingae, sobre todo en pacientes con el antecedente de infección respiratoria previa.
Para el diagnóstico es necesaria una anamnesis y una exploración física completas. La clínica puede ser muy inespecífica, pero se ha de sospechar siempre en el caso de una cojera con fiebre. A la exploración suele encontrarse limitación en la movilidad del hueso afecto, siendo poco frecuente la aparición de cambios inflamatorios en el tejido superficial. Dentro de las pruebas complementarias es importante el recuento leucocitario, la determinación de la proteína C reactiva en sangre y la velocidad de sedimentación glomerular. Es importante la toma de hemocultivos, con la opción de tomar tejido óseo para su cultivo. En cuanto las pruebas de imagen, la radiografía simple suele ser la primera en realizarse, si bien su rendimiento diagnóstico es escaso ya que en las fases iniciales de la infección suele ser normal. La prueba más sensible es la gammagrafía ósea con tecnecio-99 que permite su diagnóstico en hasta un 87% de los casos en las primeras 48-72 horas. La resonancia magnética es especialmente útil si se sospecha infección de tejido blando circundante2.
El tratamiento se basa en pautas prolongadas de antibioterapia empírica, inicialmente por vía intravenosa. La cloxacilina en monoterapia es de elección en >5 años. En <5 años la cloxacilina se recomienda administrarla junto con cefotaxima o, como alternativa, cefuroxima en monoterapia. Una vez se dispone del cultivo bacteriológico se puede modificar en función de la sensibilidad2. En aquellos casos que no respondan a tratamiento antibiótico, se podrá realizar un drenaje quirúrgico. El tratamiento puede pasarse a vía oral cuando se cumplan las siguientes circunstancias: el niño esté afebril y los síntomas y signos de inflamación estén en remisión, se haya normalizado la PCR o disminuido de forma significativa, que sea capaz de tolerar la medicación oral, que exista un antibiótico adecuado para el tratamiento oral, además de que el medio familiar garantice el cumplimiento terapéutico2.
La piomiositis se trata de una infección bacteriana aguda que afecta a músculo estriado y que puede llegar a abcesificar. Se puede presentar como infección primaria o secundaria a una infección localizada en otros tejidos circundantes (hueso, principalmente), como es este caso. Presenta una sintomatología larvada que puede derivar en un retraso en el diagnóstico, condicionando el pronóstico del cuadro3.
Existen tres fases de la enfermedad con una afectación más grave según avanza, y puede desencadenar un shock séptico. Ante una paciente con cojera y dolor articular es importante realizar un adecuado diagnóstico diferencial que incluya causas traumáticas, infecciosas e inflamatorias, principalmente. La prueba diagnóstica más rentable para su diagnóstico es la resonancia magnética nuclear ya que presenta hasta un 97% de sensibilidad y un 92% de especificidad.
Conocer los microorganismos más frecuentemente implicados determina cuál es el tratamiento antibiótico empírico a utilizar. Es primordial la extracción de hemocultivos, si bien solo en el 33% de los casos se consigue crecimiento bacteriano. El microorganismo que se aísla con mayor frecuencia es el Staphyloccocus aureus4.
En cuanto al tratamiento, es esencial su inicio precoz. La vía de administración indicada inicialmente es la intravenosa. La cloxacilina en monoterapia es de elección. En caso de que se trate de un paciente < 1 año, que presente mal estado general o factores de riesgo como inmunosupresión, se puede iniciar antibioterapia de amplio espectro hasta la confirmación bacteriológica. Puede llegar a ser necesario el drenaje quirúrgico de la colección en aquellos pacientes en los que en las primeras 48-72 horas no se observe mejoría clínica5.
El pronóstico en aquellos casos en los que se instaura el tratamiento precozmente suele ser muy bueno, siempre y cuando se cumpla el tratamiento antibiótico durante un mínimo de 3 semanas6.