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La lectura es la llave que abre la puerta a un vasto universo de conocimientos y desarrollo para el niño
María Montessori
La alfabetización no consiste solo en la capacidad de leer y escribir, sino en la adquisición de habilidades como alcanzar una correcta comprensión lectora y adecuada expresión escrita, además de saber realizar un uso crítico del lenguaje en contextos varios. Es fundamental para la educación de la persona, además de para su desarrollo personal y social.
La alfabetización temprana, que ocurre desde el nacimiento hasta los primeros años de vida, se refiere al conjunto de habilidades, conocimientos y actitudes relacionadas con la lectura y con la escritura que sientan las bases para que los menores puedan posteriormente aprender a leer y escribir con éxito. Es un proceso natural que acontece gracias a la interacción con padres y madres, cuidadores y con su entorno. Su influencia en la alfabetización está más que demostrada y numerosos niños se benefician de este proceso, pero su realización es muy dispar en los diferentes entornos del hogar. Su función es tan importante para alcanzar una correcta alfabetización en edades posteriores que es pertinente que los profesionales que trabajamos por y para la infancia demos esta información a las familias para intentar conseguir que se comprometan en la realización de estas prácticas desde que sus hijos nacen.
De forma clásica, se han atribuido las competencias de acercamiento a la lectura a la escuela, sin considerar la importancia de los beneficios que las actividades de alfabetización temprana en el hogar tienen sobre el aprendizaje. Las prácticas tempranas relacionadas con la lengua (hablar a los niños, leer en voz alta, recitar rimas, juegos de palabras, incluso jugar con los libros) van a allanar el camino a la hora de conseguir lectores y escritores competentes. Y a la inversa, las carencias iniciales de este tipo de actividades inciden de modo negativo en la comprensión lectora y, consecuentemente, en la resolución de tareas escolares, con lo que las diferencias entre buenos lectores y lectores deficientes se agrandan a lo largo de los años. Un correcto aprendizaje de la lectura y de la escritura influirá sobre el rendimiento escolar de los menores y sobre su éxito académico, lo que determinará su autoestima, de suma importancia para el desarrollo de todo el potencial de la infancia. Afecta de esta forma a su crecimiento integral y, por lo tanto, a su salud global, entendida desde el punto de vista biopsicosocial1.
La alfabetización temprana y la adquisición de la lectura están profundamente relacionadas, ya que la primera establece las bases fundamentales de la segunda.
La adquisición de la lectura es un aprendizaje cultural para el que el cerebro no posee una facultad específica, no viene determinada genéticamente al nacer, al contrario de lo que ocurre con otras funciones cerebrales, como la comprensión y emisión del lenguaje hablado y el reconocimiento visual. Para aprender a leer, el cerebro del niño se tiene que adaptar a nuevas habilidades y esto no es fácil ni sencillo. No obstante, la mayoría de los niños realizan este proceso sin demasiados problemas si las condiciones son propicias2.
Las experiencias tempranas de alfabetización van a influir sobre estas funciones necesarias para tener un buen aprendizaje de la lectura:
La escritura es una invención cultural muy reciente si consideramos el largo periodo de la evolución biológica. Dada la gran plasticidad del cerebro humano, podemos adquirir nuevas habilidades a partir de la acomodación de funciones cognitivas adquiridas con anterioridad. Como resultado de todo este proceso de alfabetización, se produce una profunda reestructuración neuronal que deja en el cerebro humano una huella profunda. De esta forma, encontramos diferencias notables no solo entre el cerebro de las personas analfabetas y alfabetizadas, sino también entre las que aprendieron a leer y escribir de niños o de adultos.
De todo esto deducimos que es pertinente poner todos los medios para que el aprendizaje de la lectura y la escritura se realice en la infancia en las mejores condiciones, en un ambiente estimulante y seguro. Se trata de un aprendizaje cultural que es bueno alentar, favorecer y afirmar.
Desde la Pediatría de Atención Primaria se nos ofrece la oportunidad de poder proporcionar consejos que adaptamos a la edad de los menores y comunicamos desde la primera visita hasta que alcanzan los 14-16 años. La posición de la Atención Primaria con respecto a las familias es privilegiada, al poder realizar un seguimiento longitudinal del crecimiento y desarrollo de la infancia desde que nacen hasta la adolescencia. De esta forma, tratamos de promocionar hábitos de vida saludables que estimulan el crecimiento cognitivo, emocional y físico durante la niñez de manera integral, ofreciendo a niños y niñas las herramientas necesarias para desenvolverse de manera óptima en su entorno y en la sociedad. Así, podemos recordar a las familias, una y otra vez, los beneficios de las lecturas compartidas no solo para aprender a leer, sino para el desarrollo cognitivo y emocional de la niñez3.
Algunas de las contribuciones de los pediatras a la hora de promover la alfabetización temprana son: